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Amor incondicional

PREGUNTA

“A veces quisiera saber que realmente siente mi pareja por mí. Quisiera adivinar que tiene en mente. Yo sé que ella me quiere pero, como ella dice, a su manera. Desearía que me ame como yo a ella y ahí el problema, vivo inseguro de sus sentimientos y de los míos. También ahora que estamos alejados por mi trabajo me hace mucha falta, pero eso tampoco impide que busque otras mujeres, pero que a la vez me sienta en la más triste soledad porque solo quisiera estar con ella. Tenemos una linda nena de ocho años y hemos vivido juntos 11 años. Ayúdeme por favor, qué hago”.



RESPUESTA

Apreciado amigo:

Gracias por confiar y en escribir. Lo que estás viviendo en suficientemente serio como para comprender que estás en un dilema ético-emocional profundo, que amerita la más directa de las respuestas.

Amor y compromiso

Para empezar creo que tienes un problema con el sentido de compromiso. Dices que esperar que ella te exprese su amor de la misma manera en que tú lo haces, pero por otro lado, admites involucrarte con otras personas y a la vez, no te has casado. Lo que en sí mismo son dos indicadores muy complicados.

La respuesta afectiva de un varón y una mujer son diferentes. Lamentablemente, algunos varones sólo responden a nivel físico, con muy poco compromiso emocional. Las mujeres en cambio, si bien sienten tanta apetencia sexual como un varón, necesitan seguridad emocional, de otro modo, el amor no puede florecer de manera auténtica y honesta.

Para que el amor crezca de manera fuerte, robusta y sana, necesita un ambiente de seguridad afectiva, emocional y social, que evidentemente tú no estás proveyendo. Ella simplemente está respondiendo a los indicadores que tú das.

Si te involucras con otras mujeres, ¿cómo quieres que ella se exprese de una manera auténtica contigo?

Si además, no estás casado, y sólo convives, le transmites un mensaje contradictorio. Al no casarte le estás diciendo: “No eres lo suficientemente importante para mí como para abandonar todo y jugármela por ti”. Eso crea inestabilidad, y evidentemente, la falta de compromiso va generando un ambiente donde la expresión de la emoción es inauténtica o insegura.

Mientras no des señales potentes de compromiso afectivo y social, es decir, decidir totalmente por ella, con exclusión de cualquier otra relación, y tomar el camino del compromiso social, ella no se entregará completamente, y su amor no podrá ser expresado plenamente porque hay inseguridad.

No olvides que la Biblia dice que:
“Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, pues el temor supone castigo. Por eso, el que teme no ha llegado a amar perfectamente” (1 Juan 4:18). 
Si ella tiene temor de expresar lo que siente, es por algo y eso debes remediarlo, porque de otro modo, será una historia que no acabará bien.

Amor y expresión

El amor necesita expresarse, eso es evidente. Los miles de poemas y canciones amorosas que se crean a diario en el mundo dan cuenta de una necesidad humana básica, expresar.

Sin embargo, hay muchas formas de expresar amor, así que mirándolo desde otra perspectiva debes analizar con cuidado eso que tú dices: “Desearía que me ame como yo a ella”. Lo que pides es un imposible. La expresión de amor es singular, individual y única. Lo que debes aprender es a entender su manera de actuar, y descubrir y valorar su forma de ser. Ella no es ni nunca será un clon tuyo, exigirle que exprese a tu manera, no sólo no es sano, es en el fondo una falta de respeto a su individualidad.

Analiza lo que ella es. ¿Te trata mal? ¿Te es infiel? ¿Te lastima? ¿Actúa con indiferencia? ¿Le da lo mismo que estés o no a tu lado?

Piensa con cuidado. Si no te trata mal, y expresa, a su manera su amor, es posible que esa sea su forma, y debes aprender a apreciar su conducta individual. No te olvides que hay miles de maneras de dibujar una flor, y el amor se dibuja de muchas maneras.

Si no te es infiel, algo que tú no puedes decir, con su fidelidad te está diciendo algo, y deberías apreciarlo como una forma de expresión, activa, porque está viviendo contigo y con nadie más. Eso en sí mismo es un mensaje.

Si no te lastima ni actúa a propósito de manera inadecuada, eso también es un mensaje que te transmite en actos lo que tú dices en palabras.

Si no actúa con indiferencia, sino que al contrario, te expresa su amor en gestos diferentes a los tuyos, entonces, te está hablando de otra manera. Hay personas que muestran su amor en acciones como el cocinar, preparar una carta, hacer agradable un lugar, atender al amado, etc. Hay muchas maneras de decir “te amo” y no sólo con palabras. Aprender a reconocer esos gestos es fundamental.

Si no le da lo mismo que estés o no estés, y siente tristeza porque no estás a su lado, eso también es un mensaje importante, que no necesita de muchas palabras para ser expresado.

Por lo tanto, tienes que aprender a reconocer los mensajes que ella transmite, de manera diferente a la tuya, y sin angustiarte, debes aprender a apreciarlo, como un rasgo distintivo de su personalidad. Es probable, que cuando ella se sienta apreciada, aceptada y digna, entonces, comience a dar otros pasos que exigen más confianza y el sentimiento que tú no fallarás, y la amarás no por sus características, sino pese a ellas.

La incondicionalidad del amor

El amor tiene una característica esencial y es la incondicionalidad. No se puede amar con condiciones. Tus sentimientos ambivalentes, esos que van y vienen, que te provocan inseguridad, en parte se deben a que amas con condiciones, las que tú quieres e impones, y eso, no sólo no es sano, también tiene el potencial de convertirse en obsesivo.

Amar no es recibir, sino dar. Es en muchos sentidos establecer criterios de incondicionalidad. Amar porque se ama y punto, amar porque se elige amar y nada más. Cualquier agregado enturbia el verdadero sentido del amor.

Si tú sientes inseguridad, es tiempo de sincerar la relación. Conversar con honestidad, pero primero sincerándote contigo mismo. ¿Estás dispuesto a amar sin condiciones, sabiendo que ella es diferente a tus expectativas?

El amor es una decisión que implica aceptar, no implica aceptar lo inaceptable, cuando hay violencia o aspectos destructivos, pero si entender que una persona que decidimos amar tiene características distintas a las nuestras y por lo tanto, estamos dispuestos a amar sin exigir nada a cambio.

Es verdad que el amor también espera reciprocidad, pero nunca es en términos de exigencia, sino de amistad y amor sano, no obsesivo ni impuesto.

Sólo el amor sincero, honesto y comprometido logra lo mismo a cambio, así que debes examinar lo que estás viviendo, porque puede ser que en algún aspecto tú mismo seas responsable de no recibir lo mismo a cambio.

¿Qué hacer?

1. Toma una decisión. No puedes decir que amas y a la vez involucrarte con otra persona, decídete. El amor exige compromiso, sin eso no puedes pedir algo que no estás dando.

2. Cásate, formaliza lo que ahora es informal. El matrimonio le da a la pareja un mensaje de compromiso permanente, y al contrario, cuando no está presente, se da un mensaje equívoco.

3. Sincérate con ella. Invítala a un lugar neutral (restaurante, parque, u otro lugar), y háblale con toda trasparencia lo que te pasa, y escucha. Habla menos y escucha más, no te olvides que tienes una sola lengua y dos orejas.

4. Vive un amor honesto. Sin honestidad, no puedes esperar lo mismo a cambio.

5. Vive en la misma ciudad. Es posible que estés en otro lugar por trabajo, pero, no te olvides que tienes una hija y si quieres, no sólo ser un buen padre, sino darle a ella lo mejor, que es darle un ambiente emocional seguro amando y respetando a la madre, tienes que hacer el esfuerzo de vivir junto a quienes dices amar. De lejos, es muy difícil vivir de manera armónica.

6. Entrégate a Dios. Dios es la fuente del amor. La Biblia dice que: 
“El que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor” (1 Juan 4:8). 
Dios es la fuente del amor, por lo tanto, lo que puede asegurar estabilidad en el amor es la presencia de Dios en tu vida y también en la de tu compañera.

Espero que me invites a comer torta. 

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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.

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Abusada por su propio padre

PREGUNTA

“Quisiera que me ayude con sus consejos. Cuando era niña fui abusada por más de una persona, lamentablemente uno de ellos fue mi propio padre. Quedé huérfana de padre a los 7 años. Me sentí liberada pero no puedo evitar que vengan recuerdos. En muchos momentos me lleno de cólera o no sé si decirle odio hacia mi padre y también a mi mamá por no haberme cuidado de manera adecuada. Tengo 33 años y no puedo superarlo, he tratado pero no puedo. No tengo una buena relación con mi mamá, lo he conversado con ella. Cuando mi mamá me hace algún cariño, por ejemplo un abrazo, me siento cohibida, tiesa, como que no acepto su abrazo y me siento mal. Sé que no debo ser así con ella pero es más fuerte este sentimiento que no me deja vivir en paz. Ayúdeme por favor”.



RESPUESTA

Apreciada amiga:

Muchas gracias por escribir, siento en el alma lo que has vivido y más aún el saber lo que significa no sólo en tu vida, sino en la vida de muchas personas que lamentablemente han pasado por esta situación tan traumática.

Abuso sexual infantil y la sociedad

El abuso sexual infantil es devastador para la vida de una persona. Cuando se es pequeño y esto ocurre, se produce un efecto definitivamente desolador en la integridad física, psicológica, emocional y espiritual del individuo.

Lamentablemente recién en los últimos años la sociedad ha reaccionado frente a un problema que durante siglos se vivió entre susurros y miradas cómplices. Nadie se atrevía a levantar la voz y hacer algo, se consideraba que debía quedar en la privacidad de la familia y de esa forma, se eternizaban los horrores y se magnificaba el sufrimiento, haciendo, que de un modo u otro, los ciclos de violencia no se acabaran.

Sin embargo, el que la sociedad actual esté más sensible frente al tema, no significa necesariamente que han entendido la gravedad del asunto y la complejidad del problema.

El número de casos ha aumentado exponencialmente, pero no porque en el pasado existiera menos el problema, sino porque existe menos tolerancia social al abuso y hay mucha más gente dispuesta a denunciarlo y enfrentarlo.

En un estudio realizado el año 2000 en Estados Unidos aplicado en 34 de los 50 estados, se reportó que al menos el 10% de la población infantil había sido víctima de violencia sexual. Las estadísticas de otros países no son muy lejanas a esa cifra, y si se considera que no todos los casos denunciados son los que realmente ocurren hay una cifra negra, de muchos que nunca denunciarán el problema.

Lamentablemente muchas personas tienden a minimizar el problema y a creer, erróneamente, que por una parte si son muy pequeños no le quedan traumas al niño, y que a medida que crecen y se convierten en adultos, tienden a olvidar lo que les ha ocurrido. Craso error, la memoria traumática tiene la particularidad de seguir, a veces, toda la vida, y con secuelas de sensaciones que de no tratarse tienden a mantener a la víctima constantemente atada a su victimario.

Abuso y estrés post traumático

El estrés post traumático es una de las secuelas del abuso infantil, que tiende a perdurar en el tiempo. Se han encontrado personas que tienen los efectos del SPT hasta por 40 años.

El estrés post traumático es mayor en personas que no recibieron ayuda a tiempo o que simplemente nunca fueron tratadas por especialistas en el tema.

Es un error creer que las víctimas de abuso están capacitadas para superar solas los efectos del abuso que han sufrido.

Una de las consecuencias a largo plazo del abuso es el miedo constante, no sólo a verse expuestas a tener que revelar lo que han vivido, sino además, el temor a verse expuestas a una situación donde se mezclan la vergüenza y el repudio. Muchos abusadores hacen sentir a sus víctimas que de algún modo ellas son culpables de la situación porque los provocan o están en el lugar incorrecto en el momento inadecuado. Otros abusadores, suelen valerse de amenazas o manipulaciones para que sus víctimas no revelen sus sórdidas prácticas. Muchos niños y niñas abusados suelen esconder su trauma por años, incluso hasta llegar a edad adulta.

Otro problema, es que los niños no alcanzan a verbalizar exactamente lo que les ocurre, por lo que suelen tener otros síntomas que los adultos con los que interactúan no suelen ver o simplemente, no le dan importancia, porque carecen de formación en el tema.

Niños y abuso

Todos los estudios de abuso sexual muestran que los depredadores sexuales en la mayoría de los casos, son personas del ámbito familiar del niño: familiares directos, amigos adultos de los padres, personal de colegios, iglesias o ambientes donde participan cotidianamente los niños, vecinos o personas conocidas. Para que el abuso se establezca se debe dar una dinámica donde el niño conozca a las personas que les abusarán, de otro modo, sería muy difícil para el abusador acercarse.

D. Filkenhor,[1] señala en un estudio sobre el problema publicado el año 1986, que los abusadores aprovechan la falta de supervisión de los menores para iniciar el contacto, en ese sentido, los adultos que rodean al niño, en muchos casos son culpables por omisión o negligencia, por no haber tomado todas las precauciones para evitar que se de esta situación. Sin embargo, en el caso de las madres, difícilmente una madre desconfiará de su esposo, padre de sus hijos, de que sea causante de abuso, a menos que vea situaciones flagrantes y no haga nada al respecto, en ese caso se convierte en cómplice. Lamentablemente, por las estadísticas se sabe que el lugar donde el niño se ve más expuesto al abuso es en su propio hogar, paradojalmente, el lugar donde debería estar más seguro.

Los hogares con mayor riesgo es donde las estructuras familiares están en caos producto de desavenencias familiares, que se expresa en conflictos entre padres e hijos, y especialmente en las figuras parentales.

Otras condiciones que hacen proclive el abuso son el maltrato infantil, el abuso de sustancias adictivas, carencia de reglas y normas al interior del núcleo familiar, que pueden en conjunto, afectar también el sano desarrollo de los niños.

Algunos estudios muestran que en los hogares donde hay abuso sexual infantil se dan algunas condiciones como problemas de comunicación, lo que hace propicio el abuso, porque el niño no tiene la confianza para acercarse a un adulto para contarle lo que le está pasando. Otra situación es la carencia de proximidad emocional que hace que el niño se sienta aislado y sin recursos afectivos para solicitar ayuda, carencia de flexibilidad, que propician figuras autoritarias, que lamentablemente, suelen recurrir a esa misma figura para perpetrar el abuso, y el aislamiento social, puesto que mientras más aislada esté la familia de contactos sociales positivos, más posibilidades existen para que se produzca una situación de abuso.

Por otro lado, las estadísticas muestran que hay más tasas de incidencia de abuso entre niñas más que entre varones, lo que no significa que sea menos dañino ni traumático para un varón. En el caso de incesto los números se disparan mostrando que al menos el 88% de las víctimas de abuso sexual por familiares directos son niñas.[2]

Respuesta femenina y masculina frente al abuso

Los investigadores han encontrado que las respuestas hacia el abuso suelen tener matices diferentes entre varones y mujeres.

En las mujeres se observa mayor sintomatología que afecta el desarrollo emocional como conductas de interiorización (tristeza, abatimiento emocional, aislamiento, miedo o ansiedad) y en los hombres mayores síntomas que interfieren en dificultades de comportamiento o conductas de exteriorización (por ejemplo las adicciones, desafío de autoridad, destructividad).

Cuando se conocen estas diferencias es posible analizar que el comportamiento de las madres que han sido víctimas de abuso sexual en su infancia manifiesta ansiedad frente a la forma de educar a sus hijos, frente al rol ejercido en el núcleo familiar, algunas reviven sus síntomas proyectando emociones ambivalentes, sintiéndose perjudicadas con una alta carencia de habilidades interpersonales. Eso inhibe la posibilidad de que muchas madres, que han sido abusadas, logren poner freno adecuado al abuso de sus propios hijos, en cierto modo, paralizadas por lo que ellas mismas han vivido. De allí que algunos investigadores como M. Leifer y sus colaboradores[3] en el año 2004 han encontrado una incidencia alarmante entre madres abusadas en su niñez, con hijos abusados. Los investigadores descubrieron “que madres de niños abusados reportaron mayores historias de abuso en la infancia, relaciones menos positivas con sus madres, presencia de múltiples padrastros o compañeros sexuales de sus madres y mayor presencia de violencia doméstica que las madres de niños no abusados”, eso podría explicar en parte, la poca o nula respuesta de tu madre frente a la situación que has vivido.

La respuesta de las madres frente al abuso sexual de sus hijos/as

En un estudio realizado en Colombia, el año 2009,[4] se estudió la respuesta de las madres al abuso sexual de sus hijas/os, los resultados mostraron que:

El ideal que se le suele asignar a la madre es de protectora de los hijos, y por esa razón se tiende a culpabilizar a la madre por los casos de incesto, por no haber protegido suficientemente a sus hijos. Sin embargo, señalan los investigadores, esa acusación culpabilizadora, tiende a pasar por alto otros factores que no están al alcance de la madre que tiene que ver con la clandestinidad del abuso y el silencio en el que se produce, a menudo, sin que los niños reaccionen o denuncien.

En el caso de la madre, cuando un hijo o hija es abusado, por el padre o padrastro, ante los ojos de la sociedad se pone en tela de juicio su rol como protectora, algo que también hacen los propios afectados, sin considerar otros factores que podrían incidir en la respuesta que la madre da.

La mayoría de las madres que de pronto se ven expuestas al abuso sexual de sus hijas por parte de un familiar cercano, reaccionan con una mezcla de indignación, vergüenza y culpa, en la mayoría prevalece la sensación de culpa.

Es un error que el abuso sexual sólo afecta a la niña o niño involucrado, es algo que afecta a todo el sistema familiar, madre, hermanos, y otros parientes que de pronto se ven expuestos a una situación traumatizante que provoca diferentes efectos en todo el ámbito familiar.

El estudio de Colombia reveló que la mayoría de las madres de niños/as abusadas vienen a su vez de hogares donde existió el mismo problema, lo que las llenaba de terror, angustia y la repetición emocional del hecho traumático. Del mismo modo, los estudios han mostrado una alta relación entre abuso sexual y el abuso sexual que habrían sufrido a su vez los agresores.

Tal como dice el dicho, la ocasión hace al ladrón, la mayoría de los abusos ocurren en hogares donde las madres tienen que trabajar, lo que implica vivir de allegadas o salir largas jornadas de su hogar, dejando a sus hijas e hijos al cuidado de familiares u otras personas cercanas, lo que en muchos sentidos crea las condiciones para el abuso. Eso no significa que en otros hogares donde no se da el fenómeno de la ausencia de la madre no ocurran este tipo de situaciones, pero la incidencia es menor.

Creo que es necesario que tengas una conversación muy profunda con tu madre, para indagar su propia historia familiar, para encontrar las claves por las que ella actuó de la manera en que lo hizo. Es probable que tenga muchos conflictos de culpa, y las muestras de cariño hacia ti, son su manera de expresar el dolor que siente. Pero, eso debe ser verbalizado, o de otra forma no sirve. Lo mejor sería que dicha conversación sea mediada por algún especialista que pueda guiarlas para que el diálogo sea emocional y afectivamente productivo.

Perdón y resiliencia

Existe el mito de que se debe perdonar siempre, sin condiciones y de manera unilateral. No es necesariamente así. El perdón se procesa, y el proceso puede llevar años, tal como lo muestra el libro de Vinka Jackson, Agua fresca en los espejos, una psicóloga chilena, que cuenta de manera autobiográfica y también terapéutica, su propia experiencia de abuso a manos de su propio padre. A ella le llevó quince años de terapias poder poner un punto final a su trauma. Ella se ha convertido en una de las figuras más representativas de Chile para la prevención y tratamiento del abuso sexual infantil, su libro debe ser lectura obligatoria de víctimas y padres.

Para que una persona se convierta en resiliente debe recibir ayuda, no recibirla, la expone a múltiples problemas que no se resuelven solos.

El perdón, nunca debería ser obligado o presionado, sino una respuesta personal a una situación personal, de proceso individual que llegará a su debido tiempo.

Desde la perspectiva del cristianismo el perdón debe ser producto de un proceso donde actúa Dios como un agente milagroso que cura heridas, pero eso no significa que el proceso sea más fácil.

Lamentablemente, el que la sexualidad en general sea un tabú en la mayoría de las congregaciones cristianas no facilita el problema, porque se tiende a esconder el problema y no tratar adecuadamente a las víctimas, pidiéndoles, cuando no están preparadas a que perdonen, y por otro lado, tendiendo a esconder el problema, especialmente cuando los agresores son miembros de la congregación por miedo a que se manche la imagen de la congregación, sin darse cuenta, que no hacer nada o esconder el problema, genera más problemas de confianza hacia la congregación.

Abuso sexual y la historia del samaritano

Jesús contó la historia de un buen samaritano que sin tener ningún tipo de relación con una víctima asistió, ayudó y acompañó a una persona herida en el camino por asaltantes.

Tomando esta analogía diremos que cuando hay abuso sexual infantil, no sólo se ve afectado el niño o niña, sino todo el núcleo familiar, que ve que todo su sistema se desmorona y de pronto tienen que hacer frente a algo, que a menudo, descoloca toda su vida.

Por lo tanto, los heridos con el incesto y el abuso sexual infantil, son muchos. La actitud cristiana debe ser no de acusación, ni de sospecha, ni de estigmatización, sino lo mismo que hizo el buen samaritano, detenerse, ayudar, colaborar con lo que se tiene y no simplemente, ser espectadores que pasan. Ya hay muchos que sólo miran y no hacen nada, es hora de actuar, de dejar de ser espectadores y colaborar.

Una forma de hacerlo es simplemente, manteniendo las líneas de comunicación abierta, para ser oidores del dolor de las víctimas. Si no nos sentimos en condiciones de hacerlo, entonces, podemos ayudar derivando y acompañando a la víctima donde personas capacitadas que pueden guiar.

Las personas abusadas a menudo enfrentan serios conflictos espirituales con preguntas que están presentes en su vida y no lo pueden evitar. ¿Dónde estaba Dios cuando esto me pasó? ¿Por qué si yo oré no pasó nada? ¿Cómo puedo confiar en alguien si el que abusó de mi era una persona de la iglesia?, etc., etc. Allí es donde la congregación debe convertirse en un comunidad cristiana samaritana, para proteger, cuidar, amar, y acompañar a las víctimas, para que su fe no decaiga y puedan seguir confiando que Dios nunca nos abandona.

Hay un versículo en la Biblia que expresa todo el dolor y sufrimiento de las víctimas, está en el Salmo 55: 12-14:
“No me ha ofendido un enemigo, cosa que yo podría soportar; ni se ha alzado contra mí el que me odia, de quien yo podría esconderme. ¡Has sido tú, mi propio camarada, mi más íntimo amigo, con quien me reunía en el templo de Dios para conversar amigablemente, con quien caminaba entre la multitud!”.
Las víctimas se sienten vulneradas, y con una carga doble, cuando el victimario ha sido alguien supuestamente llamado a acompañar y proteger, como es el padre.

Conclusión

Querida amiga, espero que busques ayuda profesional, para ser guiada para entablar una nueva relación con tu madre, que seguramente ha sufrido tanto como tú.

Necesitas ayuda para superar este trauma que te acompaña, para que si te conviertes en madre, puedas ser una ayuda y no alguien que por su propio conflicto interior sea un escollo en el desarrollo de sus hijos.

Confío en que no dejes de confiar en Dios, quien nunca nos abandona, aun cuando se ve imposibilitado de actuar en los casos en que está en juego la libertad humana.

Dios es amor, él nunca nos abandona. Ojalá lo entiendas y en el proceso de curación seas plenamente restaurada.


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Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
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[1] D. Finkelhor, “Sexual Abuse: Beyond the family systems approach”. En: Trepper TS, Barrett MJ (ed). Treating incest. A multiple systems perspective (Binghamton, The Haworth Press, 1986).
[2] MI. Castillo MI. “El incesto, más allá de lo social. Dictámenes sexológicos”. Forensis (2005):152-177.
[3] M. Leifer, T. Kilbane, T. Jacobsen y G. Grossman. “A three-generational study of transmission of risk for sexual abuse”.  Journal Clinical Child Adolescent Psychology 33: (2004): 662-672.
[4] María Quiroz y Fernando Peñaranda. "Significados y respuestas de las madres al abuso sexual de sus hijas(os)". Revista latinoamericana de ciencias, niñez y juventud 7/2 (2009): 1027-1053.
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Dependencia emocional

PREGUNTA

“Realmente no sé qué hacer, soy una persona emocionalmente dependiente. Tengo un vacío tan grande en mi alma. No sé qué hacer, siento que mi forma de ser está interfiriendo incluso con mi relación con Dios. Quiero recibir ayuda, a veces pienso que debo buscar ayuda terapéutica pero en realidad no sé dónde. Los psicólogos que conozco no son terapeutas, aconséjeme que debo hacer por favor, en este momento me siento estancada, siento que no tengo salida... Siempre mis novios terminan dejándome”.



RESPUESTA

Apreciada amiga:

Siento en el alma que te estés pasando por esta situación. Si has llegado a este punto necesitas ayuda urgente de un profesional de la salud mental, de otro modo, tu situación puede empeorar y convertirse en patológica.

¿Qué es la dependencia emocional?

Los especialistas dan al menos dos perspectivas de la dependencia emocional. Por una parte, algunos sostienen que es un trastorno de la personalidad que está vinculado a la dependencia afectiva, y por otro, algunos afirman que es un trastorno adictivo, donde la adicción se da en la relación de pareja.

En ambos casos es un síntoma de que algo no funciona bien en la personalidad del individuo. Existe, tal como tú lo dices, “un vacío” que se tiende a llenar con una pareja. Los vínculos emocionales y amorosos que se establecen se convierten en tóxicos, porque se hace a un individuo el centro de la existencia. Una especie de “salvavidas” emocional al cuál el dependiente emocional se aferra como su tabla de salvación.

Walter Riso, el psicólogo ítalo-colombiano, señala que la dependencia emocional muestra todas las características de cualquier adicción, en este caso, se es adicto a una pareja, es como dice Riso, un “exceso de amor” que convierte a cualquier relación en algo insoportable. Por eso este autor sostiene que la “adicción afectiva es el peor de los vicios” por todos los efectos destructivos que tiene.

Cuando existe dependencia emocional el individuo afectado es controlado por su necesidad de la otra persona. Vive obsesionado por el miedo a perder su pareja y un inmenso sentido de soledad, lo que termina por contaminar la relación. Esto es paradojal, porque por una parte, su obsesión y temor lo llevan a aferrarse con todo su ser a la persona que supuestamente llena todas sus expectativas, pero a la vez, se siente solo o no comprendido. En los estudios que se han hecho de este problema, se muestra que al menos un 75% de los casos lo padecen las mujeres, no porque sean emocionalmente menos estables, sino porque lamentablemente, cuestiones de tipo cultural gatillan esta problemática.

Características de la dependencia emocional

Las personas con dependencia emocional tienen características similares, algunos con más intensidad que otras, pero en general, manifiestan conductas distintivas como:

1. Incapacidad de estar solos, necesitan estar continuamente en pareja, lo que suele ser desconcertante para las personas que les rodean, porque la intolerancia a la soledad los o las lleva a exponerse, y ser volubles, y tener que estar con alguien a toda costa, lo que evidentemente va provocando un círculo vicioso, porque a más parejas, más inestable y de allí el sentimiento de derrota aumenta.

2. Las personas con dependencia emocional suelen tener baja autoestima, por lo que se convierten en dependientes de la aprobación ajena. Constantemente están buscando saber si son aprobados o rechazados, porque en el fondo, su mayor temor es el repudio social. Eso las hace aceptar en sus vidas a personas que terminan por ser destructivas.

3. Una persona con dependencia emocional le cuesta mucho establecer límites, especialmente, por su dificultad para interactuar con otros de manera sana y por la necesidad de aprobación. Eso implica no saber decir “no”, por lo cual terminan por anteponer las necesidades y deseos de otros antes que los propios. Eso genera deterioro y una sensación de tener que estar al servicio de otras personas, antes que darse tiempo para sí mismo.

4. Cuando están en pareja, las personas dependientes emocionalmente, se convierten en subsidiarias, y aceptan una posición de inferioridad, en algunos casos, al darse cuenta de esta situación, adoptan la actitud de ser dependientes emocionales dominantes, pero es sólo una reacción de miedo frente a la dependencia de la cual no saben cómo escapar.

5. Quienes padecen de dependencia emocional, suelen ser personas con ciclos polares donde sentimientos no resueltos de culpa, ira, soledad y miedo suelen aflorar de manera intempestiva y sin causa lógica, lo que lleva a que la relación de pareja y el vínculo con hijos, familia o amigos, se convierta en inestable. Por causa de la baja autoestima, dicha situación se soluciona cuando se las halaga o se les hace ver el valor que tienen como persona, lo que de una forma u otra, sirve de retroalimentación a su dependencia.

Esclavitud de seda

La dependencia emocional es una especie de esclavitud de seda. Las personas dependientes no se ocupan de sí mismas, viven dependientes de otros. Son felices en la medida en que aquellos de los cuales dependen lo son. Si ellos están tristes, también lo están. Sus sentimientos son manejados como las cuerdas de una guitarra. No perciben cuánta dependencia tienen, sino hasta cuando quedan solas/os y caen en procesos depresivos al darse cuenta que ya no tienen a quienes las han hecho sentir de esa manera.

Cualquier situación que limite nuestra libertad de ser se convierte en esclavitud. Lamentablemente, muchas personas no logran percibirlo, porque en su personalidad adictiva, no se dan cuenta cuánto dependen de otros para ser felices o plenas/os.

Una persona emocionalmente sana, tiene empatía con los sentimientos ajenos, pero no depende de ellos para estar bien. Es capaz de establecer límites entre sus propias emociones y las ajenas, aprendiendo a decir no y no corriendo a la intimidad emocional de otra persona para que la haga sentir digna/o o amada/o.

Depender no es amar

El amor libera, la dependencia esclaviza. El amor nos permite ser nosotros mismos, la dependencia nos hace vivir a través de otro.

Amar no es depender, porque la dependencia es destructiva y el amor nutre nuestra existencia. Confundir amor con dependencia, es simplemente, un síntoma más de deterioro emocional.

El amor produce alegría y la sensación de que con aquella persona que amamos somos plenos, únicos, dignos y especiales. La dependencia provoca el sentimiento contrario, porque hace que las personas se sientan dignas sólo cuando reciben la aprobación de otro, que se sepan únicos exclusivamente cuando esa sensación es reforzada, que se sepan especiales, sólo cuando otra persona es capaz de tocar una cuerda de dignidad en ellos.

Cuando nos aman, nos aceptan cómo somos, de manera incondicional. A menos que la conducta que tengamos sea destructiva, el amor, siempre refuerza nuestro valer personal. En cambio, la dependencia convierte a las personas en subsidiarias de otros, lo que no sólo es destructivo, termina anulando al individuo hasta hacerlo una mezcla de clon y de fotocopia de otro.

En el amor no hay víctimas, pero la dependencia deja una estela de sufrimiento que demora mucho tiempo en ser curada, porque va destruyendo la dignidad de la persona dependiente de una manera sutil y consistente.

Cuando se ama, no hay intento de “arreglar” o “mejorar” a quien se ama, al contrario, se acepta la individualidad y se busca de manera consistente el ayudar al otro a ser pleno, con lo que es. El dependiente, vive angustiado porque quisiera modelar a la persona que dice amar a su impronta, sin importar, los sentimientos que la otra persona pudiera tener, lo que hace que el asunto se convierta en un ciclo destructivo.

El amor no “usa” a nadie. El dependiente emocional siente tanta necesidad de otra persona, que el otro se termina convirtiendo en un “objeto” que le sirve para superar su inmensa necesidad de apoyo o vínculo.

No es lo mismo que la codependencia

Es preciso aclarar que la dependencia emocional no es lo mismo que la codependencia. Las personas codependientes son personas que están ligadas emocionalmente a personas que de un modo u otro tienen conflictos personales (adicción, violencia, alcoholismo, etc.), y se convierten en una especie de “ángeles guardianes” para evitar que dichas personas sigan en esa conducta.

También la codependencia se genera en situaciones de la niñez donde existen situaciones traumáticas como violencia doméstica, agresiones sexuales, o cualquier tipo de disfunción en la familia, lo que hace al individuo en codependiente de dicha situación y la traslada a sus relaciones de pareja o a la paternidad. El mismo código de conducta es lo que guía sus relaciones.

Las personas dependientes tienen un problema en sí mismas, que los hace aferrarse a otra persona como si fuera su tabla de salvación. Viven obsesionados con la posibilidad de ser abandonados/as o rechazados/as. Dicha forma de encarar la realidad los lleva a abandonarse a sí mismos y centrarse únicamente en la persona que ha acaparado su atención y cariño. Las necesidades insatisfechas en la niñez son trasladadas a los vínculos interpersonales con amigos, familia o pareja. En cierto modo, se busca inconscientemente recibir el abrigo emocional que les fue negado o quitado cuando eran niños/as.

Reconocer el problema

El primer paso es reconocer que se tiene un problema. Es lo primero porque sin ese reconocimiento, es difícil avanzar a una vida emocionalmente sana.

En su libro Juntos pero no atados, los terapeutas españoles Jaume Soler y María Mercé Conangla señalan la importancia de construir una relación basada en el amor y no en vínculos de dependencia.

En dicho libro Soler y Conangla señalan que el mayor problema de la dependencia es renunciar a ser quienes somos. “El precio es el más caro que puede llegar a pagarse: negarse y abandonarse a uno mismo. Como compensación, a cambio de la renuncia, podemos conseguir una falsa seguridad, comodidad y mantener la ilusión de ‘ser amados’. Aun así, el dolor no desaparece”.

Es preciso reconocer que una relación no se puede construir con los esfuerzos de una sola persona, por eso la dependencia emocional es destructiva, porque uno de la pareja (el dependiente) llega a creer falsamente que la relación depende exclusivamente de sus esfuerzos, sin entender que una relación sana es sinergética, es decir, ambos colaboran con el crecimiento mutuo, nunca es unilateral.

La historia del halcón y el águila

Soler y Conangla cuentan una historia de origen sioux.

Dos jóvenes enamorados llegaron a conversar con el hombre sabio de la tribu. Toro Bravo era considerado el mejor guerrero de la tribu y Nube Alta, la hija del cacique, la más bella de las mujeres que se conocía.

Ambos le dijeron al hombre que se amaban, pero que tenían miedo de equivocarse, que querían casarse, pero deseaban un consejo que les ayudara.

El hombre sabio se emocionó al verlos tan jóvenes y enamorados y les dijo enigmático:

-Hay una cosa… pero es una tarea muy difícil y delicada.

-No importa –dijo la pareja casi al unísono.

-Está bien –les dijo el hombre sabio- Tú Nube Alta iras a la montaña del norte y subirás sola, y atraparás al halcón más espléndido que encuentres. No debes llevar armas ni nada contigo, sólo con tu astucia y con tus manos debes atraparlo y traerlo el tercer día después de la luna llena.

La joven asintió en silencio, luego le dijo a Toro Bravo:

-Tú deberás subir a la montaña del trueno y encontrar a las más bravas de las águilas. No debes herirla, sólo cazarla con tus manos y traerla el mismo día.

Los jóvenes salieron contentos a hacer su tarea, seguros que iban a encontrar la forma de estar juntos para toda la vida.

Cuando llegó el día acordado ambos jóvenes venían cada uno con una bolsa y en ella el ave que habían atrapado. El sabio les pidió que las sacaran de las bolsas con cuidado y les preguntó si volaban alto, a lo que los jóvenes asintieron sonriendo, contentos de haber cumplido la misión.

Luego, el sabio les pidió que tomaran a ambas aves y las ataran una a la otra por las patas. Luego, cuando estuvieran atadas tendrían que dejarlas para que volaran.

El guerrero y la joven hicieron lo que el sabio les pidió. El águila y el halcón intentaron volar, pero sólo conseguían arrastrarse por el suelo. Cuando pasó un momento y estaban irritadas porque no conseguían levantar el vuelo las aves comenzaron a agredirse mutuamente, ante el horror de los jóvenes que veían la escena. Al verlos el anciano les dijo:

“Nunca olvidéis lo que habéis visto. Vosotros sois como un águila y un halcón: Si os atáis el uno a la otra, aunque lo hagáis por amor, no sólo viviréis arrastrándoos sino que, tarde o temprano, empezaréis a haceros daño mutuamente. Si queréis que vuestro amor perdure, volad juntos, pero nunca atados”.


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Sin límites, sólo hay destrucción

PREGUNTA

“Estoy muy preocupada con mi vida. Hace 25 años que estoy casada y ha sido muy triste. En mi matrimonio he pasado por todo. A los 2 años de casada me entero, que mi esposo está enamorado de mi hermana menor, insistió con ella para intentar convencerla, pero ella no le dio lugar a mi esposo. Pasamos momentos angustiantes, también mis padres y mi hermana. Como estaba tan mal caí en adulterio, no estaba enamorada de ese hombre y han pasado 10 años de ese incidente. Mi esposo es mujeriego y enamoradizo. Según él nunca llego a tener relaciones sexuales, pero todo el tiempo me culpa a mí. Dice que yo no lo dejo tener relaciones sexuales y que me meto en su vida. A veces me ha golpeado. Vive culpándome por todo, por tener relaciones sexuales, por leer los mensajes de su celular, varias veces encontré números de mujeres y mensajes de él hacia ellas. Mi hermana no puede venir a casa todavía la acosa. No sé si es una enfermedad. Él ha ido a siquiatras y psicólogos, pero no le interesa que lo ayuden. Él sólo quiere concretar lo que tiene en su mente. Por el estaríamos divorciados, yo quisiera salvar el matrimonio, yo lo quiero, aún está conmigo en casa. Una vez se fue y yo de tonta lo fui a buscar. Insisto, pero creo que él no quiere estar conmigo. He orado mucho y ayunado por nuestro matrimonio. No sé lo que DIOS quiere para nuestras vidas. Ni sé si mi esposo me quiere. A veces me dice que me quiere y otras no. Vivo muy inestable. A él no le interesa mi vida. No sé qué hacer o qué es lo mejor”.



RESPUESTA

Querida amiga:

Alguien dijo: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”, lamentablemente apreciada amiga has elegido sufrir cuando hace rato deberías haber terminado todo eso que sufres.

Límites

Los Drs. Henry Cloud y John Townsend, en su libro Límites (Miami: Editorial Vida), señalan que:
“Cualquier confusión que tengamos en nuestras vidas con respecto a nuestra responsabilidad y a nuestro dominio es un problema de límites”.
 En tu caso, la situación es crónica, no has sido capaz de poner límites y has soportado lo que nunca deberías haber soportado.
 
Seguramente en tu casa hay candados, chapas, rejas y puertas. Señalas los límites de tu propiedad para que ningún extraño entre. Lo haces por una cuestión de responsabilidad contigo misma y con tus hijos. Sin embargo, no has sido capaz de poner límites en tu propia vida y has permitido que tu ámbito mental, físico, emocional y espiritual haya sido avasallado por un individuo que no es tu esposo, sino el individuo que está destruyendo tu vida. No has asumido adecuadamente la responsabilidad que tienes, en primer lugar, contigo misma. Por ese camino terminarás en un psiquiátrico o en un cementerio.

Como dicen Cloud y Townsend: 
“La incapacidad para poner límites adecuados, en el momento oportuno y a la persona apropiada, puede resultar muy destructiva”. 
Tú eres, lamentablemente, un vivo ejemplo de eso. Ni siquiera alcanzas a percibir la magnitud de lo que dices, porque tu mente está tan afectada que no logras entender el peligro en el que vives. Eres, potencialmente, alguien que puede aparecer en los obituarios como víctima de femicidio o simplemente, destruida por su propio marido. Estás muriendo en vida, simplemente, porque no has dicho: ¡Basta!

Cuando no se ponen límites adecuados se producen problemas psicológicos y clínicos tales como depresión, trastornos de la ansiedad, trastornos de la alimentación, adicciones, trastornos impulsivos, problemas de culpa, vergüenza excesiva, trastornos de pánico, problemas matrimoniales y relaciónales. No has sido capaz de mandar a ese hombre a la punta del cerro, y por lo tanto, te has convertido en su víctima, y además, en codependiente de alguien que tiene un serio problema de personalidad y que además, se niega a recibir ayuda. ¿Qué haces viviendo con el enemigo?

Desde el punto de vista físico es fácil establecer límites: Barreras, puertas, rejas, paredes, etc., sirven para demarcar una propiedad, y si alguien entra sin permiso, fácilmente se lo puede acusar penalmente de que ha traspasado límites privados. El problema se suscita en las relaciones humanas, cuando algunos se sienten con derecho a invadir la privacidad, la mente, el cuerpo y la afectividad de otra persona, y, lo que es más complejo, cuando lo permitimos.

La responsabilidad de cuidarnos a nosotros mismos

La Biblia dice:
“Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque es fuente de vida” (Proverbios 4:23). 
Si nosotros no cuidamos nuestra mente, ¿quién lo hará por nosotros? Si no ponemos límites, ¿quién lo hará en nuestro lugar?

Cuando no somos responsables de nuestra mente, le entregamos la misma a otra persona, y terminamos, como en tu caso, convirtiéndonos en esclavos de los deseos de otro. Eso no es justo, no es bueno, y escapa al plan de Dios para la vida humana.

Cuando no nos hacemos responsables de nuestra vida, terminamos en procesos destructivos que aniquilan la existencia.

Tú has permitido que un hombre que se hace llamar tu esposo, pero que en la práctica no lo es:
  • Te trate como si fueras basura. 
  • Se ría de tus sentimientos y emociones. 
  • Te convierta en una persona temerosa, celosa y ansiosa. 
  • Te golpee como si fueras un animal. 
  • Te trate como si fueras prescindible. 
  • Te haga inestable, insegura y dependiente de alguien que no lo merece. 
Sólo tú puedes poner límites a esto. Sólo tú puedes decir ¡basta! Cuando lo fuiste a buscar de vuelta, cediste mucho más de lo que imaginas, te convertiste en su mascota y él desde ese momento supo que podría hacer contigo lo que quisiera.

El apóstol Pablo señala:
“Cada uno debe juzgar su propia conducta, y si ha de sentirse satisfecho, que lo sea respecto de sí mismo y no respecto de los demás, pues cada uno tiene que llevar su propia carga” (Gálatas 6:4-5). 
En otras palabras cada persona debe hacerse responsable de sí mismo. Tú no eres responsable por las acciones de tu esposo, pero al no poner límites adecuados, has permitido que él te haga sentir culpable, como si tú fueras la responsable, lo que no sólo es indignante, sino además, destructivo.

A un niño se lo lleva a un médico, no a un adulto, a menos que el adulto no pueda valerse por sí mismo y expresamente lo solicite (si está consciente). Tú estás actuando con tu “sombra” de marido como si fueras la responsable de la sordidez de su vida. Has permitido que sus desviaciones te alejen de tu hermana y de tu familia.

El poder del autoengaño
¿Crees tú que una persona que ha acosado a su propia cuñada no se ha involucrado con otras personas? Perdona, pero eso es autoengaño, ves sólo lo que quieres ver. Vives con alguien que no te respeta y además, ha logrado que creas sus mentiras. En otras palabras, te tiene a su merced, simplemente porque no has sido capaz de poner límites.

Por la forma como describes la situación no es difícil imaginar que te has convertido en su esclava personal, en todos los aspectos. Lo que no sólo es denigrante, también es sumamente destructivo.

Eres una hija de Dios, alguien preciosa por la cual Cristo murió en la cruz y por la cual todo el cielo se puso en riesgo. ¿Por qué permites que un individuo pervertido te trate como basura?

El amor no se obliga

En más de alguna ocasión he transmitido la idea de que el amor no se mendiga. Cuando una persona, por las razones que sea se convierte en un mendigo de amor, comienza un deterioro interior que paulatinamente la va destruyendo. El amor, en la pareja, debe ser recíproco, de otro modo se convierte en una pesadilla, tal como la que tú has vivido.

No puedes obligar a tu esposo a amarte, aunque lo que creo es que tu marido, por las características que tiene sufre del Síndrome de Don Juan, que entre otras características, muestra una incapacidad emocional para comprometerse y amar de verdad. Sin embargo, si él no pide ayuda, entendiendo que tiene un conflicto, no hay nada que hacer. Ni Dios puede transformarlo en contra de su voluntad.

El amor es fruto de la acción del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), por lo tanto, es un don de Dios (1 Juan 4:8), pero Dios no otorga el don de una manera dictatorial, sólo lo da a quienes lo piden y quienes se vinculan personalmente con él.

El verdadero sentido de la oración y ayuno

Querida amiga, lo que te voy a decir a continuación quiero que lo medites con cuidado, no quiero maltratarte ni que te sientas mal, sólo deseo señalarte un error teológico grave que se visualiza en tu carta.

En lo que escribes dices: “He orado mucho y ayunado por nuestro matrimonio. No sé lo que DIOS quiere para nuestras vidas”.

La oración y el ayuno no tienen nada que ver con responsabilidades que no se asumen. ¿Qué esperabas? ¿Que Dios tomara a tu esposo y lo convirtiera, en contra de su voluntad, en un esposo amoroso, honesto y pacífico?

El salmista dice: 
“El Señor vigila a justos y a malvados, y odia con toda su alma a los que aman la violencia” (Salmo 11:5).
Lo que Dios desea es que no estén en contacto con la violencia, porque el violento obra de una forma que no es de Dios. 

En Proverbios 11:30 se señala: 
“La justicia da vida; la violencia la quita”. 
No es el plan de Dios que vivas en medio de la injusticia y la violencia, eso te quitará finalmente la vida.

En la oración sacerdotal, señalada por Dios mismo, están los deseos de Dios para nosotros, lo que él quiere: 
“Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y te conceda la paz” (Números 6:24-26).
Dios quiere:
  • Bendecirnos. 
  • Protegernos. 
  • Mirarnos con agrado. 
  • Mostrarnos su bondad. 
  • Mirarnos con amor. 
  • Concedernos paz. 
Nada de eso puede hacer si no se lo permitimos y si no tomamos decisiones que finalmente produzcan cambios radicales en nuestra vida.

Conclusión

No puedo decirte ándate o quédate, esa es tu decisión.

Si te vas, no será fácil, tendrás que sanar de heridas muy profundas y tendrás que hacerlo con ayuda, y entendiendo que dichas úlceras emocionales no se curan de la noche a la mañana, pero al menos, vivirás en paz y con la seguridad de que, aunque cueste, estarás con una calidad de vida superior.

Si te quedas, corres el riesgo de ahondar tu codependencia de la agresión y hacerlo tan común en tu vida, que no logres entender el daño que eso te hará. Probablemente, llegará un momento en donde no podrás regresar atrás.

Pero es tu vida. Tú decides si quieres sufrir o no. Para que alguien pueda ser ayudado necesita aceptar que tiene un problema y necesita ayuda, seguir a su lado, es simplemente un problema con efectos realmente desastrosos e impredecibles.

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Maltratada por la pareja de mi madre

PREGUNTA

“Mi problema es el siguiente. Soy una joven que trabaja en el día y en la noche estudia. Para mí es muy agotador. Vivo con mi madre y mi hermano mayor. Mi padre no vive con nosotros debido a que era un mal padre y esposo. Luego de que mis padres se separaron, mi madre conoció a un hombre con el cual mantiene una relación, sin embargo, él es una persona de doble ánimo que hiere a mi madre verbal y psicológicamente. A mí me ignora porque le desagrado, a tal punto de que al llegar todos los días a mi casa ni siquiera me saluda y me desprecia todo el tiempo que pasa en casa. Él tiene 43 años y yo 19. Él no sabe más que detestarme. Si bien no es la primera vez que se enoja conmigo, es como las ondas del mar, algunos días puede hablar conmigo y otras despreciarme. Lo que me duele es que mi madre no quiere dejarlo, sino que permite que el me maltrate, eso me hace sentir muy mal, no entiende que al ser su hija merecería su preferencia.

Además a mi hermano no le importa esto que a mí me sucede, sino que cada día que viene comparte y ríe con él, sin siquiera cuestionar lo que él hace conmigo.

Además en mi casa nadie trabaja, mi madre siempre ha sido dueña de casa y mi hermano ya cumplió un año que no trabaja. Mi padre da una mínima pensión alimenticia por mí, lo cual no cubre ni la tercera parte de los gastos, por lo que me veo en la necesidad de aportar a mi casa con parte de mi sueldo. Me siento complicada con la situación en la que me encuentro. Cada noche, después de trabajar todo el día y luego de ir a la universidad, llegar a mí casa es una verdadera pesadilla. No sé qué hacer y le rogaría que me diera algún consejo”.





RESPUESTA

Apreciada amiga:

En primer lugar, siento mucho que estés viviendo esta situación. No es agradable ser maltratada, y menos no ser protegida por quienes tienen el deber moral de hacerlo.

Tu madre

Siento simpatía por tu madre, ella es codependiente de la violencia. Tuvo un esposo maltratador y ahora ha elegido a un compañero con características similares. Lamentablemente, esto es más común de los que te imaginas. Las personas se hacen dependientes de una relación malsana. En cierto modo, son víctimas de sus malas decisiones, y se van enredando en relaciones destructivas de las que no terminan de salir, y lamentablemente, a su paso, arrastran a otros.

Tu madre necesita ayuda, pero no tuya, sino de otra persona. Tu labor es decirle, pero no puedes hacer mucho más. En casos como éste y otros similares, los familiares son los menos indicados para ayudar, fundamentalmente por dos razones: a) son parciales, es decir, no son lo suficientemente objetivos para guiar, y b) a menudo los familiares no son escuchados.

Una estrategia que puedes utilizar para acercarte a ella es pedirle a alguna amiga de ella, una vecina, alguien de la iglesia, o cualquier persona que de un modo u otro tenga influencia en ella, que le hable. A menudo, las víctimas de violencia suelen escuchar más a extraños que a propios.

Tu hermano

Por lo que me cuentas, tu hermano es mayor, por lo tanto, debería trabajar. Se ha convertido en un zángano profesional, cosa más habitual de lo que te imaginas especialmente en el contexto de hogares disfuncionales. Es una lástima que no trabaje, y no debe ser por falta de trabajo, porque el que quiere trabajar aun limpiando calles puede hacer algo.

En cierto modo, él repite con tu madre y contigo, el modelo de violencia que aprendió de su padre. Lo lastimoso del asunto es que no se da cuenta, y tiene el potencial de convertirse en un abusador.

Los hijos de maltratadores generalmente, a menos que exista una ayuda de por medio, tienden a convertirse en personas abusadoras. Por esa razón, tu hermano es una bomba de tiempo que puede reventar en cualquier momento.

Tu maltratador

La pareja de tu madre te maltrata, simplemente porque es un hombre violento. Esto que digo no es una tautología ni una redundancia.

Una de las características principales de la violencia es el afán de poder y la necesidad de controlar. Él ha visto en ti a una persona que no puede manejar, por lo tanto, te has convertido en una persona poco atractiva para él, un desafío para su poder. Eso implica que su violencia puede ir en aumento, precisamente porque no puede controlarte.

Además, por lo que le dices a tu madre, eres potencialmente, la persona que podría alejarla a ella de él, eso lo convierte en alguien potencialmente peligroso para ti. Puede, fácilmente, en una arranque de furia pasar de la agresión verbal a la agresión física o sexual, puesto que tú no estás entrando en su marco referencial y no aceptas las reglas que él ha impuesto.

Seguramente, más de alguna vez se ha dado cuenta que tienes influencia sobre la madre, por esa razón, te ataca y su objetivo es lograr que tú también caigas bajo su juego de control y poder. No lo hace con tu hermano, porque en temas de violencia, tu hermano es su aliado, lo que hace la situación más peligrosa.

¿Qué hacer?

1. No puedes hacerte responsable de las decisiones de tu madre. Puedes lamentar todo lo que quieras, pero eso no va a solucionar el problema. Para salir de esto, tú no eres la consejera adecuada. Eres hija, por lo tanto, parcial. Tu madre necesita escuchar a otras personas. Como ya te mencioné puedes usar la estrategia de utilizar a personas que eventualmente tengan algún tipo de influencia en ella, y a partir de ese contacto, lograr que le hablen. Lamentablemente en este tipo de situaciones las víctimas suelen escuchar más a las personas foráneas que a la familia.

2. Es tu madre la que debe pedir ayuda, mientras ella no entienda la situación en la que está, no hay mucho qué hacer. No puedes obligarla a pedir ayuda, a menos que esté en peligro su vida, en ese caso, tienes una responsabilidad moral de hacer una denuncia a la policía. Pero, debes hacerlo siempre con dirección y guía de algún especialista en el tema, porque las víctimas de violencia corren más riesgo cuando piden ayuda.

3. En relación con tu hermano, trata de hablar con él. Pero no en tu casa, invítalo a un lugar neutral, un parque, un restaurante  o algún lugar público. Si no quiere, entonces, escríbele una carta donde le digas claramente lo que te hace sentir que no te defienda y señálale cómo él está repitiendo un ciclo. Luego, dependiendo de la reacción, aléjate de él. Tienes que poner límites.

4. En relación a tu agresor, no lo encares, eso sería dar pie para que tenga un grado mayor de violencia. Dile a tu madre que no permitirás que te maltrate más. Pero, no te acerques, mantente lejos, eres potencialmente una víctima y él podría aumentar sus agresiones pasando de la agresión psicológica a la violencia física. Eres un desafío para su poder, y buscará la forma de doblegarte.

5. Lo mejor que puedes hacer es irte de tu casa, es una decisión radical, pero necesaria. Eres adulta, tienes un trabajo, eres estudiante. Busca a una amiga con la cual alquilar un departamento, o por último, vete a vivir sola. Aún en una pieza estarás mejor que en el clima emocional tenso que estás viviendo. Tal vez si te vas, tu madre reaccione ante esta situación y tome el peso de lo que está pasando.

6. Pide ayuda, eres una víctima de violencia, y es imposible que no tengas algún daño emocional. Si no tienes recursos para contratar a una psicóloga, busca algún grupo de apoyo para víctimas de violencia. Hay ONGs que hacen esta labor, o organismos gubernamentales. Pero no dejes de pedir ayuda, porque corres riesgos, entre ellos el más grave en tu caso, que elijas como esposo o pareja a un hombre maltratador.

Conclusión

Las personas no suelen entender cómo se gesta el ciclo de la violencia. Pero, lamentablemente la violencia se repite de padres a hijos, y se van dando ciclos que no terminan, hasta que alguien dice basta y decide pedir ayuda para romper este ciclo destructivo.

Nunca se debería minimizar la violencia. Muchas personas suelen creer equivocadamente que cuando no hay golpes, no hay violencia. Eso es un error. La violencia se manifiesta de muchas formas y la agresión verbal es tan grave como la violencia física, y en muchos casos, el daño que provoca a largo plazo es mayor, deteriorando no sólo la vida emocional, sino que en muchos casos, destruyendo la fortaleza interior y los mecanismos de auto protección.

Es preciso pedir ayuda. Cuando alguien pide ayuda tiene la mitad de la respuesta, porque al menos inicia un proceso en que puede salir de la situación en que está.

Espero que puedas salir de allí y comenzar una vida diferente, alejada del foco de violencia en la que vives.


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Universidad cara y no tengo para solventar todo

PREGUNTA 

“Tengo un hijo estudiando en una universidad cristiana. Eso cuesta, con esfuerzo lo enviamos, es su primer ciclo, Él está encantado de estudiar allí la carrera que le gusta, lo que nos preocupó desde un comienzo fue el gasto que demanda, ya que no tenemos una gran solvencia. Sin embargo, viendo el lado espiritual y las influencias de la juventud en otras universidades optamos por enviarlo. A veces me siento mal, no sé si la decisión que tomé en la educación de mi hijo fue la correcta ya que en nuestra provincia también hay universidades particulares y existe la carrera que escogió y el precio es la cuarta parte del precio que pago en la universidad cristiana. Por favor, respóndame”.



RESPUESTA

Apreciada amiga:

Como padre que ha tenido a dos hijos universitarios, la entiendo completamente. No es una decisión fácil, especialmente, cuando los gastos son superiores a las entradas.

Deseable pero no obligatorio

Existe un mito de que los jóvenes al estudiar en una universidad cristiana estarán completamente salvaguardados de influencias negativas y que recibirán la mejor educación ética y espiritual posible. Eso no es verdad de manera absoluta. Una universidad cristiana es un buen lugar, pero no es el único. Sostener que sólo allí su hijo podrá ser bendecido, es no entender la bendición de vivir en medio de lobos y aprender a depender completamente de Dios.

Cuando alguien me dice: “Es que si mi hijo se va a una universidad secular se terminará apartando de Dios”, mi respuesta es, “si su hijo se aparta de Dios, es que en realidad nunca ha tenido una relación con Dios”.

He sido docente de universidades cristianas por más de 25 años. Sé de lo que hablo cuando digo que en un contexto cristiano puede esperar de todo. Buenas y malas influencias. Personas realmente comprometidas con Cristo y otros, lobos vestidos de ovejas que harán lo posible por devorar a su hijo. El asunto no es el contexto, sino lo que su hijo ha recibido en su hogar de origen. Puede estar viviendo en un lugar extraordinario, pero sí sus bases son inestables, nada garantiza que se mantendrá unido a lo mejor. Al contrario, si sus fundamentos son endebles, lo más probable es que terminará buscando en la universidad cristiana a aquellos cuyas vidas no tienen nada que ver con Cristo.

La razón para estudiar en una universidad cristiana debe ser, en primer lugar, buscar una formación cuya filosofía sea acorde con la enseñanza que se ha procurado en su hogar, pero aún esto es relativo, porque jóvenes cristianos viviendo en contextos no cristianos, a veces, crecen más porque están obligados a afirmarse en la fe y ser más dependientes de Dios.

Me gustan las universidades cristianas, el ambiente es tranquilo, porque no hay reyertas, huelgas y otras situaciones que abundan en universidades tradicionales, sin embargo, no hay que ser ingenuo para creer que es la panacea para todos los males, es un lugar, que ofrece una buena alternativa para creer y desarrollarse, pero tiene en sus filas de todo, a gente cristiana nominal y a personas cristianas comprometidas.

Dinero y educación

Por las características que las universidades cristianas tienen, a menudo no son baratas. Esto es un hecho, no porque sea un negocio, sino precisamente porque no lo es, eso implica, solventar gastos que otras universidades solventan con empresas, negocios u otras actividades. Estudié en una universidad en Chile, que solventaba sus gastos extras con una Lotería nacional, ninguna universidad cristiana que siga lineamientos bíblicos hará algo así, por lo tanto el asunto no es sencillo. Todo cuesta y hay que invertir.

Invertir es la palabra. La educación de un hijo nunca es un gasto, es una inversión a futuro. Si deseo invertir en educación de calidad en una universidad cristiana, entonces, debo ser previsor, cosa que muy pocos padres son. De pronto se encuentran con que sus hijos tienen que ir a la universidad y no tienen los recursos que deberían tener para poder apoyarles en sus estudios y en ese momento se afligen y se angustian, pero el asunto es que se ha planteado mal. Desde cuando el hijo está en la enseñanza básica los padres deberían ir ahorrando para la educación de ellos. Un peso se junta con otro peso, y cuando llega el momento, al menos se tiene algo ahorrado.

Cuando he planteado esto muchos padres me dicen que tienen necesidades más urgentes que atender y no pueden ahorrar. Admito que hay situaciones límites donde existen familias que viven en la frontera entre la sobrevivencia y la indigencia. Pero, no creo que esa situación sea generalizada, muchas familias podrían ahorrar si así lo decidieran y no andar a última hora padeciendo necesidades que se podrían haber evitado. Digo esto, no por ustedes en particular, porque no conozco la realidad de su familia, pero si como un principio que muchas personas no siguen.

La Biblia dice que el previsor siempre tiene. La hormiga trabaja y junta en verano para estar tranquila en invierno. Es un hecho, si no se calcula y se hace previsión antes, se padecerá después.

La bendición del trabajo

Por otro lado, muchos padres cometen el error de darles todo a sus hijos, y de esa forma, crían zánganos profesionales, jóvenes que no saben apreciar el valor de las cosas y que no evalúan adecuadamente lo que cuesta su propia educación y vivir.

Mis mejores alumnos, siempre, han sido jóvenes que han tenido que trabajar para solventar parte o totalmente sus estudios, haciendo, en algunos casos, esfuerzos heroicos. Como tienen que trabajar tienen poco tiempo, así que aprovechan mejor el escaso tiempo que les queda, y por ese aprovechamiento suelen sacar mejores calificaciones que aquellos que reciben todo. Además, no se farrean los estudios ni pierden el tiempo como aquellos que no saben el valor de lo que están recibiendo.

Muchos de mis ex – alumnos se han convertido en mis héroes personales, no sólo por el esfuerzo que hacen, sino por la lección de vida que entregan. Así que si quiere hacer algo realmente valioso por su hijo, deje de lamentar que no tiene todo, dele lo que pueda, y que lo demás, lo gane él con trabajo. No se va a morir trabajando, al contrario, las lecciones que da el esfuerzo y el trabajo digno son impagables. Si eso implica demorarse un poco más, no importa, a la larga será ganancia.

Así que le diría que si su hijo quiere estudiar en el lugar donde está, entonces, que haga su parte, que ayude a solventar sus gastos, que aprenda a disminuir sus salidas, que entienda que la vida no es gratis y que todo cuesta. Si su hijo recibe esa lección, le aseguro que será mucho más valioso que todas las clases que recibirá en la universidad.

Algunos me dicen “es que le quedará menos tiempo para estudiar” y mi respuesta es: “¡Qué bien! Así aprenderá a utilizar su tiempo de la mejor manera y lo aprovechará mejor”.

No se envía a un hijo a la universidad

Hay algo en el tono de su carta que no me agrada. Siento decírselo, pero usted “no envía” a su hijo a la universidad. Se envía a un hijo al jardín infantil y a la escuela, no a la universidad. Son los hijos los que deciden ir a la universidad, porque es parte de su proyecto de vida, porque entienden que ese es un camino de crecimiento personal. Si usted tiene ese tono en su carta, temo que su sobreprotección le esté jugando una mala pasada y por eso mismo, está tan afligida. Deje que su hijo vuele, usted no es dueña de su hijo, es su madre, y cuando él decide ir a la universidad, su tarea se acabó. Ahora está relacionada con un adulto, no con un niño ni con un adolescente, por lo tanto, tiene que dejarlo que crezca, que cometa errores, que se someta al vaivén de la vida que nos enseña que todo lo que sembramos cosechamos.

Cada vez que, siendo docente, veo llegar a la universidad a un hijo acompañado de sus padres, me da cierta molestia. Algo allí no está bien. Los padres se exceden en sus atribuciones y los hijos también lo resienten. Apoye a su hijo en lo que pueda, pero no decida por él y no actúe como si aún estuviera en la escuela, porque ya ese rol no le corresponde. Las universidades reciben a jóvenes-adultos, no a niños ni a adolescentes.

Conclusión

Su hijo podría estudiar, perfectamente, en una universidad no cristiana y mantenerse fiel a Dios. No depende del ambiente sino de sus bases y de las decisiones que vaya tomando en el camino. La universidad cristiana no es la panacea.

Si su hijo decide estudiar en una universidad cristiana no debe ser para huir de la presión de la universidad secular, eso sería criar a un cristiano endeble que a la primera crisis su vida espiritual y religiosa se irá al tacho. Ir a la universidad cristiana debe ser parte de un proceso de vida, de un proyecto vital, donde busque en ese lugar, la mejor formación posible. Ninguna universidad cristiana tiene todas las carreras ni toda la formación que se necesita, de hecho, ninguna universidad lo tiene, todas son mejores en algunas áreas y carentes en otras.

Anime a su hijo a aportar, para no tener luego un vago con título. Su hijo debe aprender el valor del dinero y de los recursos, y no hay mejor lección para eso que el trabajo duro. El esfuerzo no va a matar a su hijo, la sobreprotección sí.

Confío que al leer esta carta vea otros aspectos que tal vez no ha considerado, pero que entienda que es su hijo el que debe tomar la decisión de qué quiere hacer con su vida. En esta etapa, los padres acompañamos, y opinamos, sólo cuando se nos pregunta.


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Navegando entre dos amores

PREGUNTA 

“Me parece hermosa esa declaración del libre albedrío que Dios nos da a pesar de que nuestras decisiones no siempre sean correctas. Sin embargo me es complicado decidirme o tener una relación de compromiso. Mi novio me dice estar dispuesto a amarme y respetarme por el resto de su vida, es decir matrimonio, pero me da un miedo horrible de fallarle.

El problema es que me gusta una persona desde hace como un año. Vivimos lejos pero nos atraemos y me pongo boba. Él estudia en otra ciudad y no nos podemos relacionar bien. La distancia fue como una prueba, me sentí sola y busque a un buen amigo que se convirtió en mi novio. La verdad es que cuando veo al otro joven no es lo mismo que con mi actual novio. Él sabe lo que pasa, no le he querido ocultar nada, pero cuando dice que me deja libre para que tome la decisión que quiera, eso me destroza porque sé que él se siente muy mal. No sé qué hacer. Por favor dígame algo. No tengo padres cristianos y quiero hacer la voluntad de Dios sin lastimar a nadie”.


RESPUESTA

Apreciada amiga:

Gracias por confiar en mí y hacerme esta pregunta, que no es muy cómoda de hacer y que supongo te tiene con un gran dilema. Si me has escrito sabes que no suelo andar con rodeos y digo lo que pienso, con cariño, pero no dejaré de decirte lo que creo que es correcto.

Amar es una decisión

Para empezar, el amor no es sentimiento, es una decisión. Los seres humanos elegimos amar. En ese sentido, tú no amas a tu novio porque has decidido amar a otra persona. Desde esa perspectiva estás siendo deshonesta en primer lugar, contigo misma, y en segundo lugar con el que se hace llamar tu novio, aunque emocionalmente no lo sea.

Amar implica en primer lugar decidir, pero pensando en la persona amada. El amor es dar antes que recibir, por lo tanto, no estás pensando en quien dice ser tu novio, sino sólo en ti misma. Cuando alguien ama lo hace de una manera incondicional y no con medias verdades.

Por el bien de tu novio y del amigo que te interesa, seguir en esta relación, va a dañar a más de una persona, empezando por ti misma.

Es normal que en las relaciones de pareja surjan dudas, pero éstas hay que aclararlas, porque de otro modo, produce un conflicto mayor.

La Biblia dice que el amor “no hace nada indebido, no busca lo suyo” (1 Corintios 13:5) y lo que estás haciendo es exactamente lo contrario. Es preferible que seas honesta contigo misma y con tu novio, y que no sigas en una relación que puede producir, potencialmente, mucho daño.

El noviazgo no es la mejor forma de conocer

Muchos jóvenes, especialmente influenciados por telenovelas y novelas románticas, se ponen de novios porque creen que de esa forma conocerán a una persona que será “la indicada” o el “indicado” para sus vidas. La realidad es que el noviazgo es una mala forma de conocer, porque las personas dejan de ser totalmente auténticas y se van comprometiendo física y emocionalmente, al riesgo de que después aunque se den cuenta que han cometido un error tienden a seguir por el compromiso que han asumido, algo que te pasa a ti de cierta forma.

La mejor forma de conocer a alguien es mediante la amistad. Una amistad genuina, sin dobleces, y donde no haya compromiso físico ni emocional, pero donde tengan la posibilidad de interactuar en muchos contextos distintos, para interactuar de manera natural, sin sentirse obligados a ser de una determinada manera. Cuando las personas son amigas de verdad se muestran tal como son, sin dobleces, y esa es la mejor forma de acercarse al mundo interior de alguien.

Haciendo actividades juntas como amigos, podrán aprender y entender si pueden o no pasar a una etapa de pareja. De hecho las parejas que son amigos, son las que tienden a perdurar en el tiempo, porque de un modo u otro se han elegido conociéndose.

Cuando esto no sucede, ocurre que muchas personas van descubriendo la verdadera naturaleza de su pareja recién cuando son novios, y en algunos casos, cuando ya están casados y la situación se torna más compleja por el compromiso que ya tienen.

Amistad, es lo que precisan, no noviazgos que de un momento a otro pueden terminar produciendo daño emocional a unos y otros.

Inestabilidad emocional

Por otro lado, muchas señoritas y jóvenes, muestran la tendencia que se refleja en tu carta. Estás enamorada de un joven que vive en otra ciudad, no tienes mucho tiempo de conocerlo, pero quedas prendado de él. Luego, al regresar a tu lugar de origen te sientes sola, y no se te ocurre mejor idea que ponerte de novia con un amigo. Eso es creer ingenuamente que un clavo saca a otro clavo. Eso no es verdad, esa es psicología basura, que para lo único que sirve es para dañar a las personas.

Es un rasgo de inestabilidad emocional no aprender a estar solo o sola. De hecho, para que las personas sean capaces de compartir su vida con otros, deben aprender a aceptar y vivir con su soledad, de manera plena, de otro modo, convertirán a otro ser humano en un medio para satisfacer un fin. Dicho de manera más folklórica, no puedes hacer que otro ser humano sea tu bastón emocional para suplir algo que es una necesidad no resuelta tuya. Si te sientes sola, ten amigos y amigas, y en la amistad encontrarás el mejor lugar para desarrollarte, pero no en una pareja, porque allí la situación cambia, el compromiso es mayor, y las posibilidades de lastimar y ser lastimado son muy altas.

¿Qué hacer?

Corta con el “novio” que tienes, pero no busques al otro joven, al menos deja que pase un tiempo. Espera que se aquieten las aguas, de otro modo, además, darás pésimo testimonio de ti misma y te harás un cartel de persona con principios no sólidos.

Si el otro joven está interesado en ti, te lo hará saber. Sean amigos, compartan, conversen, dialoguen, participen en actividades conjuntas con otras personas, pero no te pongas de novia con él, hasta que pase al menos un año…. Si, si lo sé. En la mente de un joven o señorita un año puede parecer un siglo, y si es inestable, puede parecer la eternidad. Pero, se necesita entre seis meses y un año para conocer verdaderamente a una persona. Puede ser que en tu cabeza sólo anden pajaritos y lo que tú sientes por ese joven que está lejos, no sea lo mismo que él quiere. Así que ¿para qué apresurar las cosas si apresurándolas la puedes complicar?

En el intertanto conoce a otras personas. Relaciónate con la mayor cantidad de jóvenes que puedas, siempre en tu clima de amistad y estando con otras personas. Eso te dará la oportunidad de observar, meditar, reflexionar y tomar una decisión inteligente.

Dios y el amor

Muchas veces, influenciados por una teología chatarra, muchos creen que Dios anda buscándole parejas a todos los que se lo piden. Aparte de ser una concepción ingenua, pondría a Dios en una situación muy complicada, porque cualquier situación difícil o complicada, la tendencia humana sería culpar a Dios.

Dios no es casamentero. Lo repito, Dios no tiene vocación de andar juntando parejas. Eso no significa que no le interese, al contrario, pero Dios nos ha dado suficiente inteligencia para poder tomar decisiones.

¿Qué hace Dios? Pues lo que ha prometido, y Dios cumple sus promesas.

Dios ofrece dar discernimiento, es decir, la capacidad para descubrir qué está bien o qué está mal (1 Corintios 2:14). Sin discernir no podremos ser capaces de saber qué está bien y qué está mal. Sin embargo, no importa cuánto discernimiento de Dios, la decisión final será nuestra y de nadie más.

Dios es nuestra fortaleza (Salmo 46:1), eso quiere decir, que en los momentos difíciles es quien nos sostiene y nos da el ánimo para seguir y salir airoso de la angustia o las complicaciones, muchas de ellas que nosotros mismos provocamos.

Dios ofrece escucharnos, para eso es la oración, para entrar en la antesala del trono divino y verter nuestras preocupaciones, pero tienes que escuchar la voz de Dios que te habla a través de su palabra, de otro modo, el que ores no servirá completamente, será como una especie de monólogo donde sólo hablas tú y no le das tiempo a Dios a hablarte.

Conclusión

Si has pedido consejo es porque en el fondo sabes que no estás obrando bien, eso implica, que tu conciencia te está hablando y no es malo hacerle caso, podrás ahorrarte muchas lágrimas en el futuro.

Uno debe casarse porque la persona a la que se ama es la que completa mejor el proyecto de vida que tenemos. Necesitamos un compañero o compañera que pueda caminar a nuestro lado, pero que juntos podamos construir una existencia que de placer, seguridad, identidad, amistad, cariño y armonía. Eso no se consigue con medias verdades, sino con honestidad, por esa razón, cortar es la mejor salida en tu situación y esperar lo más sabio para no cometer el mismo error, si no terminarás como el cantante “tropezando siempre con la misma piedra”, y no hay peor necio que aquel que tropieza con la misma roca más de una vez sin aprender la lección.

La Biblia dice: “El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará” (Proverbios 15:31). Espero que tú seas una de las sabias que escucha.



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