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Dependencia emocional

PREGUNTA

“Realmente no sé qué hacer, soy una persona emocionalmente dependiente. Tengo un vacío tan grande en mi alma. No sé qué hacer, siento que mi forma de ser está interfiriendo incluso con mi relación con Dios. Quiero recibir ayuda, a veces pienso que debo buscar ayuda terapéutica pero en realidad no sé dónde. Los psicólogos que conozco no son terapeutas, aconséjeme que debo hacer por favor, en este momento me siento estancada, siento que no tengo salida... Siempre mis novios terminan dejándome”.



RESPUESTA

Apreciada amiga:

Siento en el alma que te estés pasando por esta situación. Si has llegado a este punto necesitas ayuda urgente de un profesional de la salud mental, de otro modo, tu situación puede empeorar y convertirse en patológica.

¿Qué es la dependencia emocional?

Los especialistas dan al menos dos perspectivas de la dependencia emocional. Por una parte, algunos sostienen que es un trastorno de la personalidad que está vinculado a la dependencia afectiva, y por otro, algunos afirman que es un trastorno adictivo, donde la adicción se da en la relación de pareja.

En ambos casos es un síntoma de que algo no funciona bien en la personalidad del individuo. Existe, tal como tú lo dices, “un vacío” que se tiende a llenar con una pareja. Los vínculos emocionales y amorosos que se establecen se convierten en tóxicos, porque se hace a un individuo el centro de la existencia. Una especie de “salvavidas” emocional al cuál el dependiente emocional se aferra como su tabla de salvación.

Walter Riso, el psicólogo ítalo-colombiano, señala que la dependencia emocional muestra todas las características de cualquier adicción, en este caso, se es adicto a una pareja, es como dice Riso, un “exceso de amor” que convierte a cualquier relación en algo insoportable. Por eso este autor sostiene que la “adicción afectiva es el peor de los vicios” por todos los efectos destructivos que tiene.

Cuando existe dependencia emocional el individuo afectado es controlado por su necesidad de la otra persona. Vive obsesionado por el miedo a perder su pareja y un inmenso sentido de soledad, lo que termina por contaminar la relación. Esto es paradojal, porque por una parte, su obsesión y temor lo llevan a aferrarse con todo su ser a la persona que supuestamente llena todas sus expectativas, pero a la vez, se siente solo o no comprendido. En los estudios que se han hecho de este problema, se muestra que al menos un 75% de los casos lo padecen las mujeres, no porque sean emocionalmente menos estables, sino porque lamentablemente, cuestiones de tipo cultural gatillan esta problemática.

Características de la dependencia emocional

Las personas con dependencia emocional tienen características similares, algunos con más intensidad que otras, pero en general, manifiestan conductas distintivas como:

1. Incapacidad de estar solos, necesitan estar continuamente en pareja, lo que suele ser desconcertante para las personas que les rodean, porque la intolerancia a la soledad los o las lleva a exponerse, y ser volubles, y tener que estar con alguien a toda costa, lo que evidentemente va provocando un círculo vicioso, porque a más parejas, más inestable y de allí el sentimiento de derrota aumenta.

2. Las personas con dependencia emocional suelen tener baja autoestima, por lo que se convierten en dependientes de la aprobación ajena. Constantemente están buscando saber si son aprobados o rechazados, porque en el fondo, su mayor temor es el repudio social. Eso las hace aceptar en sus vidas a personas que terminan por ser destructivas.

3. Una persona con dependencia emocional le cuesta mucho establecer límites, especialmente, por su dificultad para interactuar con otros de manera sana y por la necesidad de aprobación. Eso implica no saber decir “no”, por lo cual terminan por anteponer las necesidades y deseos de otros antes que los propios. Eso genera deterioro y una sensación de tener que estar al servicio de otras personas, antes que darse tiempo para sí mismo.

4. Cuando están en pareja, las personas dependientes emocionalmente, se convierten en subsidiarias, y aceptan una posición de inferioridad, en algunos casos, al darse cuenta de esta situación, adoptan la actitud de ser dependientes emocionales dominantes, pero es sólo una reacción de miedo frente a la dependencia de la cual no saben cómo escapar.

5. Quienes padecen de dependencia emocional, suelen ser personas con ciclos polares donde sentimientos no resueltos de culpa, ira, soledad y miedo suelen aflorar de manera intempestiva y sin causa lógica, lo que lleva a que la relación de pareja y el vínculo con hijos, familia o amigos, se convierta en inestable. Por causa de la baja autoestima, dicha situación se soluciona cuando se las halaga o se les hace ver el valor que tienen como persona, lo que de una forma u otra, sirve de retroalimentación a su dependencia.

Esclavitud de seda

La dependencia emocional es una especie de esclavitud de seda. Las personas dependientes no se ocupan de sí mismas, viven dependientes de otros. Son felices en la medida en que aquellos de los cuales dependen lo son. Si ellos están tristes, también lo están. Sus sentimientos son manejados como las cuerdas de una guitarra. No perciben cuánta dependencia tienen, sino hasta cuando quedan solas/os y caen en procesos depresivos al darse cuenta que ya no tienen a quienes las han hecho sentir de esa manera.

Cualquier situación que limite nuestra libertad de ser se convierte en esclavitud. Lamentablemente, muchas personas no logran percibirlo, porque en su personalidad adictiva, no se dan cuenta cuánto dependen de otros para ser felices o plenas/os.

Una persona emocionalmente sana, tiene empatía con los sentimientos ajenos, pero no depende de ellos para estar bien. Es capaz de establecer límites entre sus propias emociones y las ajenas, aprendiendo a decir no y no corriendo a la intimidad emocional de otra persona para que la haga sentir digna/o o amada/o.

Depender no es amar

El amor libera, la dependencia esclaviza. El amor nos permite ser nosotros mismos, la dependencia nos hace vivir a través de otro.

Amar no es depender, porque la dependencia es destructiva y el amor nutre nuestra existencia. Confundir amor con dependencia, es simplemente, un síntoma más de deterioro emocional.

El amor produce alegría y la sensación de que con aquella persona que amamos somos plenos, únicos, dignos y especiales. La dependencia provoca el sentimiento contrario, porque hace que las personas se sientan dignas sólo cuando reciben la aprobación de otro, que se sepan únicos exclusivamente cuando esa sensación es reforzada, que se sepan especiales, sólo cuando otra persona es capaz de tocar una cuerda de dignidad en ellos.

Cuando nos aman, nos aceptan cómo somos, de manera incondicional. A menos que la conducta que tengamos sea destructiva, el amor, siempre refuerza nuestro valer personal. En cambio, la dependencia convierte a las personas en subsidiarias de otros, lo que no sólo es destructivo, termina anulando al individuo hasta hacerlo una mezcla de clon y de fotocopia de otro.

En el amor no hay víctimas, pero la dependencia deja una estela de sufrimiento que demora mucho tiempo en ser curada, porque va destruyendo la dignidad de la persona dependiente de una manera sutil y consistente.

Cuando se ama, no hay intento de “arreglar” o “mejorar” a quien se ama, al contrario, se acepta la individualidad y se busca de manera consistente el ayudar al otro a ser pleno, con lo que es. El dependiente, vive angustiado porque quisiera modelar a la persona que dice amar a su impronta, sin importar, los sentimientos que la otra persona pudiera tener, lo que hace que el asunto se convierta en un ciclo destructivo.

El amor no “usa” a nadie. El dependiente emocional siente tanta necesidad de otra persona, que el otro se termina convirtiendo en un “objeto” que le sirve para superar su inmensa necesidad de apoyo o vínculo.

No es lo mismo que la codependencia

Es preciso aclarar que la dependencia emocional no es lo mismo que la codependencia. Las personas codependientes son personas que están ligadas emocionalmente a personas que de un modo u otro tienen conflictos personales (adicción, violencia, alcoholismo, etc.), y se convierten en una especie de “ángeles guardianes” para evitar que dichas personas sigan en esa conducta.

También la codependencia se genera en situaciones de la niñez donde existen situaciones traumáticas como violencia doméstica, agresiones sexuales, o cualquier tipo de disfunción en la familia, lo que hace al individuo en codependiente de dicha situación y la traslada a sus relaciones de pareja o a la paternidad. El mismo código de conducta es lo que guía sus relaciones.

Las personas dependientes tienen un problema en sí mismas, que los hace aferrarse a otra persona como si fuera su tabla de salvación. Viven obsesionados con la posibilidad de ser abandonados/as o rechazados/as. Dicha forma de encarar la realidad los lleva a abandonarse a sí mismos y centrarse únicamente en la persona que ha acaparado su atención y cariño. Las necesidades insatisfechas en la niñez son trasladadas a los vínculos interpersonales con amigos, familia o pareja. En cierto modo, se busca inconscientemente recibir el abrigo emocional que les fue negado o quitado cuando eran niños/as.

Reconocer el problema

El primer paso es reconocer que se tiene un problema. Es lo primero porque sin ese reconocimiento, es difícil avanzar a una vida emocionalmente sana.

En su libro Juntos pero no atados, los terapeutas españoles Jaume Soler y María Mercé Conangla señalan la importancia de construir una relación basada en el amor y no en vínculos de dependencia.

En dicho libro Soler y Conangla señalan que el mayor problema de la dependencia es renunciar a ser quienes somos. “El precio es el más caro que puede llegar a pagarse: negarse y abandonarse a uno mismo. Como compensación, a cambio de la renuncia, podemos conseguir una falsa seguridad, comodidad y mantener la ilusión de ‘ser amados’. Aun así, el dolor no desaparece”.

Es preciso reconocer que una relación no se puede construir con los esfuerzos de una sola persona, por eso la dependencia emocional es destructiva, porque uno de la pareja (el dependiente) llega a creer falsamente que la relación depende exclusivamente de sus esfuerzos, sin entender que una relación sana es sinergética, es decir, ambos colaboran con el crecimiento mutuo, nunca es unilateral.

La historia del halcón y el águila

Soler y Conangla cuentan una historia de origen sioux.

Dos jóvenes enamorados llegaron a conversar con el hombre sabio de la tribu. Toro Bravo era considerado el mejor guerrero de la tribu y Nube Alta, la hija del cacique, la más bella de las mujeres que se conocía.

Ambos le dijeron al hombre que se amaban, pero que tenían miedo de equivocarse, que querían casarse, pero deseaban un consejo que les ayudara.

El hombre sabio se emocionó al verlos tan jóvenes y enamorados y les dijo enigmático:

-Hay una cosa… pero es una tarea muy difícil y delicada.

-No importa –dijo la pareja casi al unísono.

-Está bien –les dijo el hombre sabio- Tú Nube Alta iras a la montaña del norte y subirás sola, y atraparás al halcón más espléndido que encuentres. No debes llevar armas ni nada contigo, sólo con tu astucia y con tus manos debes atraparlo y traerlo el tercer día después de la luna llena.

La joven asintió en silencio, luego le dijo a Toro Bravo:

-Tú deberás subir a la montaña del trueno y encontrar a las más bravas de las águilas. No debes herirla, sólo cazarla con tus manos y traerla el mismo día.

Los jóvenes salieron contentos a hacer su tarea, seguros que iban a encontrar la forma de estar juntos para toda la vida.

Cuando llegó el día acordado ambos jóvenes venían cada uno con una bolsa y en ella el ave que habían atrapado. El sabio les pidió que las sacaran de las bolsas con cuidado y les preguntó si volaban alto, a lo que los jóvenes asintieron sonriendo, contentos de haber cumplido la misión.

Luego, el sabio les pidió que tomaran a ambas aves y las ataran una a la otra por las patas. Luego, cuando estuvieran atadas tendrían que dejarlas para que volaran.

El guerrero y la joven hicieron lo que el sabio les pidió. El águila y el halcón intentaron volar, pero sólo conseguían arrastrarse por el suelo. Cuando pasó un momento y estaban irritadas porque no conseguían levantar el vuelo las aves comenzaron a agredirse mutuamente, ante el horror de los jóvenes que veían la escena. Al verlos el anciano les dijo:

“Nunca olvidéis lo que habéis visto. Vosotros sois como un águila y un halcón: Si os atáis el uno a la otra, aunque lo hagáis por amor, no sólo viviréis arrastrándoos sino que, tarde o temprano, empezaréis a haceros daño mutuamente. Si queréis que vuestro amor perdure, volad juntos, pero nunca atados”.


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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.



2 comentarios:

  1. El mayor dolor en una dependencia emocional se produce en el momento en que se habla de ruptura. Es donde asoman los miedos más profundos fruto de la inseguridad de la persona dependiente. Eso puede causar mucho sufrimiento y actuar de forma irracional. Aceptar una ruptura o un divorcio provoca tal pánico que se sigue en la relación a pesar de todo.

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  2. cual es la soliucion para no seer dependientes emocionales

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