PREGUNTA
“Tengo un hijo estudiando en una universidad cristiana. Eso cuesta, con esfuerzo lo enviamos, es su primer ciclo, Él está encantado de estudiar allí la carrera que le gusta, lo que nos preocupó desde un comienzo fue el gasto que demanda, ya que no tenemos una gran solvencia. Sin embargo, viendo el lado espiritual y las influencias de la juventud en otras universidades optamos por enviarlo. A veces me siento mal, no sé si la decisión que tomé en la educación de mi hijo fue la correcta ya que en nuestra provincia también hay universidades particulares y existe la carrera que escogió y el precio es la cuarta parte del precio que pago en la universidad cristiana. Por favor, respóndame”.
RESPUESTA
Apreciada amiga:
Como padre que ha tenido a dos hijos universitarios, la entiendo completamente. No es una decisión fácil, especialmente, cuando los gastos son superiores a las entradas.
Deseable pero no obligatorio
Existe un mito de que los jóvenes al estudiar en una universidad cristiana estarán completamente salvaguardados de influencias negativas y que recibirán la mejor educación ética y espiritual posible. Eso no es verdad de manera absoluta. Una universidad cristiana es un buen lugar, pero no es el único. Sostener que sólo allí su hijo podrá ser bendecido, es no entender la bendición de vivir en medio de lobos y aprender a depender completamente de Dios.
Cuando alguien me dice: “Es que si mi hijo se va a una universidad secular se terminará apartando de Dios”, mi respuesta es, “si su hijo se aparta de Dios, es que en realidad nunca ha tenido una relación con Dios”.
He sido docente de universidades cristianas por más de 25 años. Sé de lo que hablo cuando digo que en un contexto cristiano puede esperar de todo. Buenas y malas influencias. Personas realmente comprometidas con Cristo y otros, lobos vestidos de ovejas que harán lo posible por devorar a su hijo. El asunto no es el contexto, sino lo que su hijo ha recibido en su hogar de origen. Puede estar viviendo en un lugar extraordinario, pero sí sus bases son inestables, nada garantiza que se mantendrá unido a lo mejor. Al contrario, si sus fundamentos son endebles, lo más probable es que terminará buscando en la universidad cristiana a aquellos cuyas vidas no tienen nada que ver con Cristo.
La razón para estudiar en una universidad cristiana debe ser, en primer lugar, buscar una formación cuya filosofía sea acorde con la enseñanza que se ha procurado en su hogar, pero aún esto es relativo, porque jóvenes cristianos viviendo en contextos no cristianos, a veces, crecen más porque están obligados a afirmarse en la fe y ser más dependientes de Dios.
Me gustan las universidades cristianas, el ambiente es tranquilo, porque no hay reyertas, huelgas y otras situaciones que abundan en universidades tradicionales, sin embargo, no hay que ser ingenuo para creer que es la panacea para todos los males, es un lugar, que ofrece una buena alternativa para creer y desarrollarse, pero tiene en sus filas de todo, a gente cristiana nominal y a personas cristianas comprometidas.
Dinero y educación
Por las características que las universidades cristianas tienen, a menudo no son baratas. Esto es un hecho, no porque sea un negocio, sino precisamente porque no lo es, eso implica, solventar gastos que otras universidades solventan con empresas, negocios u otras actividades. Estudié en una universidad en Chile, que solventaba sus gastos extras con una Lotería nacional, ninguna universidad cristiana que siga lineamientos bíblicos hará algo así, por lo tanto el asunto no es sencillo. Todo cuesta y hay que invertir.
Invertir es la palabra. La educación de un hijo nunca es un gasto, es una inversión a futuro. Si deseo invertir en educación de calidad en una universidad cristiana, entonces, debo ser previsor, cosa que muy pocos padres son. De pronto se encuentran con que sus hijos tienen que ir a la universidad y no tienen los recursos que deberían tener para poder apoyarles en sus estudios y en ese momento se afligen y se angustian, pero el asunto es que se ha planteado mal. Desde cuando el hijo está en la enseñanza básica los padres deberían ir ahorrando para la educación de ellos. Un peso se junta con otro peso, y cuando llega el momento, al menos se tiene algo ahorrado.
Cuando he planteado esto muchos padres me dicen que tienen necesidades más urgentes que atender y no pueden ahorrar. Admito que hay situaciones límites donde existen familias que viven en la frontera entre la sobrevivencia y la indigencia. Pero, no creo que esa situación sea generalizada, muchas familias podrían ahorrar si así lo decidieran y no andar a última hora padeciendo necesidades que se podrían haber evitado. Digo esto, no por ustedes en particular, porque no conozco la realidad de su familia, pero si como un principio que muchas personas no siguen.
La Biblia dice que el previsor siempre tiene. La hormiga trabaja y junta en verano para estar tranquila en invierno. Es un hecho, si no se calcula y se hace previsión antes, se padecerá después.
La bendición del trabajo
Por otro lado, muchos padres cometen el error de darles todo a sus hijos, y de esa forma, crían zánganos profesionales, jóvenes que no saben apreciar el valor de las cosas y que no evalúan adecuadamente lo que cuesta su propia educación y vivir.
Mis mejores alumnos, siempre, han sido jóvenes que han tenido que trabajar para solventar parte o totalmente sus estudios, haciendo, en algunos casos, esfuerzos heroicos. Como tienen que trabajar tienen poco tiempo, así que aprovechan mejor el escaso tiempo que les queda, y por ese aprovechamiento suelen sacar mejores calificaciones que aquellos que reciben todo. Además, no se farrean los estudios ni pierden el tiempo como aquellos que no saben el valor de lo que están recibiendo.
Muchos de mis ex – alumnos se han convertido en mis héroes personales, no sólo por el esfuerzo que hacen, sino por la lección de vida que entregan. Así que si quiere hacer algo realmente valioso por su hijo, deje de lamentar que no tiene todo, dele lo que pueda, y que lo demás, lo gane él con trabajo. No se va a morir trabajando, al contrario, las lecciones que da el esfuerzo y el trabajo digno son impagables. Si eso implica demorarse un poco más, no importa, a la larga será ganancia.
Así que le diría que si su hijo quiere estudiar en el lugar donde está, entonces, que haga su parte, que ayude a solventar sus gastos, que aprenda a disminuir sus salidas, que entienda que la vida no es gratis y que todo cuesta. Si su hijo recibe esa lección, le aseguro que será mucho más valioso que todas las clases que recibirá en la universidad.
Algunos me dicen “es que le quedará menos tiempo para estudiar” y mi respuesta es: “¡Qué bien! Así aprenderá a utilizar su tiempo de la mejor manera y lo aprovechará mejor”.
No se envía a un hijo a la universidad
Hay algo en el tono de su carta que no me agrada. Siento decírselo, pero usted “no envía” a su hijo a la universidad. Se envía a un hijo al jardín infantil y a la escuela, no a la universidad. Son los hijos los que deciden ir a la universidad, porque es parte de su proyecto de vida, porque entienden que ese es un camino de crecimiento personal. Si usted tiene ese tono en su carta, temo que su sobreprotección le esté jugando una mala pasada y por eso mismo, está tan afligida. Deje que su hijo vuele, usted no es dueña de su hijo, es su madre, y cuando él decide ir a la universidad, su tarea se acabó. Ahora está relacionada con un adulto, no con un niño ni con un adolescente, por lo tanto, tiene que dejarlo que crezca, que cometa errores, que se someta al vaivén de la vida que nos enseña que todo lo que sembramos cosechamos.
Cada vez que, siendo docente, veo llegar a la universidad a un hijo acompañado de sus padres, me da cierta molestia. Algo allí no está bien. Los padres se exceden en sus atribuciones y los hijos también lo resienten. Apoye a su hijo en lo que pueda, pero no decida por él y no actúe como si aún estuviera en la escuela, porque ya ese rol no le corresponde. Las universidades reciben a jóvenes-adultos, no a niños ni a adolescentes.
Conclusión
Su hijo podría estudiar, perfectamente, en una universidad no cristiana y mantenerse fiel a Dios. No depende del ambiente sino de sus bases y de las decisiones que vaya tomando en el camino. La universidad cristiana no es la panacea.
Si su hijo decide estudiar en una universidad cristiana no debe ser para huir de la presión de la universidad secular, eso sería criar a un cristiano endeble que a la primera crisis su vida espiritual y religiosa se irá al tacho. Ir a la universidad cristiana debe ser parte de un proceso de vida, de un proyecto vital, donde busque en ese lugar, la mejor formación posible. Ninguna universidad cristiana tiene todas las carreras ni toda la formación que se necesita, de hecho, ninguna universidad lo tiene, todas son mejores en algunas áreas y carentes en otras.
Anime a su hijo a aportar, para no tener luego un vago con título. Su hijo debe aprender el valor del dinero y de los recursos, y no hay mejor lección para eso que el trabajo duro. El esfuerzo no va a matar a su hijo, la sobreprotección sí.
Confío que al leer esta carta vea otros aspectos que tal vez no ha considerado, pero que entienda que es su hijo el que debe tomar la decisión de qué quiere hacer con su vida. En esta etapa, los padres acompañamos, y opinamos, sólo cuando se nos pregunta.
“Tengo un hijo estudiando en una universidad cristiana. Eso cuesta, con esfuerzo lo enviamos, es su primer ciclo, Él está encantado de estudiar allí la carrera que le gusta, lo que nos preocupó desde un comienzo fue el gasto que demanda, ya que no tenemos una gran solvencia. Sin embargo, viendo el lado espiritual y las influencias de la juventud en otras universidades optamos por enviarlo. A veces me siento mal, no sé si la decisión que tomé en la educación de mi hijo fue la correcta ya que en nuestra provincia también hay universidades particulares y existe la carrera que escogió y el precio es la cuarta parte del precio que pago en la universidad cristiana. Por favor, respóndame”.
RESPUESTA
Apreciada amiga:
Como padre que ha tenido a dos hijos universitarios, la entiendo completamente. No es una decisión fácil, especialmente, cuando los gastos son superiores a las entradas.
Deseable pero no obligatorio
Existe un mito de que los jóvenes al estudiar en una universidad cristiana estarán completamente salvaguardados de influencias negativas y que recibirán la mejor educación ética y espiritual posible. Eso no es verdad de manera absoluta. Una universidad cristiana es un buen lugar, pero no es el único. Sostener que sólo allí su hijo podrá ser bendecido, es no entender la bendición de vivir en medio de lobos y aprender a depender completamente de Dios.
Cuando alguien me dice: “Es que si mi hijo se va a una universidad secular se terminará apartando de Dios”, mi respuesta es, “si su hijo se aparta de Dios, es que en realidad nunca ha tenido una relación con Dios”.
He sido docente de universidades cristianas por más de 25 años. Sé de lo que hablo cuando digo que en un contexto cristiano puede esperar de todo. Buenas y malas influencias. Personas realmente comprometidas con Cristo y otros, lobos vestidos de ovejas que harán lo posible por devorar a su hijo. El asunto no es el contexto, sino lo que su hijo ha recibido en su hogar de origen. Puede estar viviendo en un lugar extraordinario, pero sí sus bases son inestables, nada garantiza que se mantendrá unido a lo mejor. Al contrario, si sus fundamentos son endebles, lo más probable es que terminará buscando en la universidad cristiana a aquellos cuyas vidas no tienen nada que ver con Cristo.
La razón para estudiar en una universidad cristiana debe ser, en primer lugar, buscar una formación cuya filosofía sea acorde con la enseñanza que se ha procurado en su hogar, pero aún esto es relativo, porque jóvenes cristianos viviendo en contextos no cristianos, a veces, crecen más porque están obligados a afirmarse en la fe y ser más dependientes de Dios.
Me gustan las universidades cristianas, el ambiente es tranquilo, porque no hay reyertas, huelgas y otras situaciones que abundan en universidades tradicionales, sin embargo, no hay que ser ingenuo para creer que es la panacea para todos los males, es un lugar, que ofrece una buena alternativa para creer y desarrollarse, pero tiene en sus filas de todo, a gente cristiana nominal y a personas cristianas comprometidas.
Dinero y educación
Por las características que las universidades cristianas tienen, a menudo no son baratas. Esto es un hecho, no porque sea un negocio, sino precisamente porque no lo es, eso implica, solventar gastos que otras universidades solventan con empresas, negocios u otras actividades. Estudié en una universidad en Chile, que solventaba sus gastos extras con una Lotería nacional, ninguna universidad cristiana que siga lineamientos bíblicos hará algo así, por lo tanto el asunto no es sencillo. Todo cuesta y hay que invertir.
Invertir es la palabra. La educación de un hijo nunca es un gasto, es una inversión a futuro. Si deseo invertir en educación de calidad en una universidad cristiana, entonces, debo ser previsor, cosa que muy pocos padres son. De pronto se encuentran con que sus hijos tienen que ir a la universidad y no tienen los recursos que deberían tener para poder apoyarles en sus estudios y en ese momento se afligen y se angustian, pero el asunto es que se ha planteado mal. Desde cuando el hijo está en la enseñanza básica los padres deberían ir ahorrando para la educación de ellos. Un peso se junta con otro peso, y cuando llega el momento, al menos se tiene algo ahorrado.
Cuando he planteado esto muchos padres me dicen que tienen necesidades más urgentes que atender y no pueden ahorrar. Admito que hay situaciones límites donde existen familias que viven en la frontera entre la sobrevivencia y la indigencia. Pero, no creo que esa situación sea generalizada, muchas familias podrían ahorrar si así lo decidieran y no andar a última hora padeciendo necesidades que se podrían haber evitado. Digo esto, no por ustedes en particular, porque no conozco la realidad de su familia, pero si como un principio que muchas personas no siguen.
La Biblia dice que el previsor siempre tiene. La hormiga trabaja y junta en verano para estar tranquila en invierno. Es un hecho, si no se calcula y se hace previsión antes, se padecerá después.
La bendición del trabajo
Por otro lado, muchos padres cometen el error de darles todo a sus hijos, y de esa forma, crían zánganos profesionales, jóvenes que no saben apreciar el valor de las cosas y que no evalúan adecuadamente lo que cuesta su propia educación y vivir.
Mis mejores alumnos, siempre, han sido jóvenes que han tenido que trabajar para solventar parte o totalmente sus estudios, haciendo, en algunos casos, esfuerzos heroicos. Como tienen que trabajar tienen poco tiempo, así que aprovechan mejor el escaso tiempo que les queda, y por ese aprovechamiento suelen sacar mejores calificaciones que aquellos que reciben todo. Además, no se farrean los estudios ni pierden el tiempo como aquellos que no saben el valor de lo que están recibiendo.
Muchos de mis ex – alumnos se han convertido en mis héroes personales, no sólo por el esfuerzo que hacen, sino por la lección de vida que entregan. Así que si quiere hacer algo realmente valioso por su hijo, deje de lamentar que no tiene todo, dele lo que pueda, y que lo demás, lo gane él con trabajo. No se va a morir trabajando, al contrario, las lecciones que da el esfuerzo y el trabajo digno son impagables. Si eso implica demorarse un poco más, no importa, a la larga será ganancia.
Así que le diría que si su hijo quiere estudiar en el lugar donde está, entonces, que haga su parte, que ayude a solventar sus gastos, que aprenda a disminuir sus salidas, que entienda que la vida no es gratis y que todo cuesta. Si su hijo recibe esa lección, le aseguro que será mucho más valioso que todas las clases que recibirá en la universidad.
Algunos me dicen “es que le quedará menos tiempo para estudiar” y mi respuesta es: “¡Qué bien! Así aprenderá a utilizar su tiempo de la mejor manera y lo aprovechará mejor”.
No se envía a un hijo a la universidad
Hay algo en el tono de su carta que no me agrada. Siento decírselo, pero usted “no envía” a su hijo a la universidad. Se envía a un hijo al jardín infantil y a la escuela, no a la universidad. Son los hijos los que deciden ir a la universidad, porque es parte de su proyecto de vida, porque entienden que ese es un camino de crecimiento personal. Si usted tiene ese tono en su carta, temo que su sobreprotección le esté jugando una mala pasada y por eso mismo, está tan afligida. Deje que su hijo vuele, usted no es dueña de su hijo, es su madre, y cuando él decide ir a la universidad, su tarea se acabó. Ahora está relacionada con un adulto, no con un niño ni con un adolescente, por lo tanto, tiene que dejarlo que crezca, que cometa errores, que se someta al vaivén de la vida que nos enseña que todo lo que sembramos cosechamos.
Cada vez que, siendo docente, veo llegar a la universidad a un hijo acompañado de sus padres, me da cierta molestia. Algo allí no está bien. Los padres se exceden en sus atribuciones y los hijos también lo resienten. Apoye a su hijo en lo que pueda, pero no decida por él y no actúe como si aún estuviera en la escuela, porque ya ese rol no le corresponde. Las universidades reciben a jóvenes-adultos, no a niños ni a adolescentes.
Conclusión
Su hijo podría estudiar, perfectamente, en una universidad no cristiana y mantenerse fiel a Dios. No depende del ambiente sino de sus bases y de las decisiones que vaya tomando en el camino. La universidad cristiana no es la panacea.
Si su hijo decide estudiar en una universidad cristiana no debe ser para huir de la presión de la universidad secular, eso sería criar a un cristiano endeble que a la primera crisis su vida espiritual y religiosa se irá al tacho. Ir a la universidad cristiana debe ser parte de un proceso de vida, de un proyecto vital, donde busque en ese lugar, la mejor formación posible. Ninguna universidad cristiana tiene todas las carreras ni toda la formación que se necesita, de hecho, ninguna universidad lo tiene, todas son mejores en algunas áreas y carentes en otras.
Anime a su hijo a aportar, para no tener luego un vago con título. Su hijo debe aprender el valor del dinero y de los recursos, y no hay mejor lección para eso que el trabajo duro. El esfuerzo no va a matar a su hijo, la sobreprotección sí.
Confío que al leer esta carta vea otros aspectos que tal vez no ha considerado, pero que entienda que es su hijo el que debe tomar la decisión de qué quiere hacer con su vida. En esta etapa, los padres acompañamos, y opinamos, sólo cuando se nos pregunta.
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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Muy bonita publicacion intersante su blog lo he leido con detenimiento
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