PREGUNTA
RESPUESTA
Apreciada amiga:
Siento mucho lo que has vivido, realmente, es muy triste lo que cuentas, porque lo que vives nunca ha estado en los planes de Dios. Vivir del modo en que has vivido sólo trae problemas y dificultades como las que tú tan bien describes.
Embarazo y matrimonio
Lamentablemente en la cultura en la que vivimos, donde prima el sexismo y el maltrato a la mujer, se piensa erróneamente que un embarazo no deseado se soluciona con un matrimonio, cuando en realidad, se acrecienta el problema. A un embarazo que no se ha querido luego se suma un matrimonio forzado. Es muy difícil que matrimonios concertados en estas circunstancias tengan un final feliz. No eres ni la primera ni la última mujer que estará lamentando haberse casado simplemente para cubrir un embarazo. El matrimonio no es para cubrir un desliz, al contrario, si no se casan por las razones correctas, nunca el matrimonio funcionará.
Los niños son una bendición, la vida misma es la mayor bendición que hemos recibido de Dios. Un niño precisa y necesita un ambiente de paz y amor, que nunca se producirá en un hogar donde ambos se sienten como encarcelados, precisamente porque han dado un paso en falso que no deberían haber dado.
Es preferible mil veces, no casarse y criar a su hijo solos, que forzar un matrimonio que no se ha querido desde un principio. Sólo en una ambiente de paz los niños crecen bien, en uno donde hay tensión y falta de amor, los infantes se desarrollan carentes y con una serie de problemas que se podrían evitar si se toman decisiones pensando en la criatura antes que en los adultos.
Muchos dicen, es que el niño necesita un padre, por eso deben casarse. No creo en eso, si no se casan, igual el niño tendrá al padre, porque la paternidad no acaba, tampoco comienza con un matrimonio. El que quiere ser padre, lo será en cualquier circunstancia, esté o no casado con la madre. Forzar un matrimonio para "garantizar" que un niño tenga un padre es a menudo un remedio peor que la enfermedad.
Amor y matrimonio
Tu primer error fue casarte por un embarazo no deseado. Sin embargo, el segundo error, es más grave, te casaste sin estar enamorada y sólo para cubrir un problema. Eso es un craso error, que sólo trae infelicidad.
El matrimonio sólo se justifica en el contexto del amor. Cuando la pareja no se ama de manera incondicional, entonces, no están en condiciones de construir una relación sólida.
El amor, tal como lo describe 1 Corintios 13, es lo que hace que una relación funcione. Da paz, confianza, fuerza para seguir, paciencia y una serie de virtudes que sólo son fruto del amor. Cuando no se ama, todo es cuesta arriba y nada tiene sentido.
Casarse sin amor es un pecado, en primer lugar, hacia sí mismo, porque es una forma de tortura, un castigo auto infringido, que sólo produce dolor y sufrimiento. El matrimonio es hermoso, pero sólo cuando hay amor. Cuando el amor está ausente, el matrimonio es una carga difícil de portar.
Separación
Lamentablemente existe una larga tradición que sugiere que los matrimonios no deben separarse por ninguna razón. Otros, un poco más magnánimos sostienen que la única causa posible es el adulterio. En el temor de que el matrimonio no sea tomado en serio, muchos escritores y religiosos, lo único que han hecho es hacer más difícil la vida de las personas que ya están sufriendo a causa de haber tomado malas decisiones.
Los seres humanos somos imperfectos, impredecibles y contradictorios. Tenemos toda la vida para crecer y aprender. Algunas personas, especialmente dogmáticos y legalistas, creen que cuando alguien toma una decisión debe mantenerla a como de lugar, especialmente cuando se trata de matrimonios. Ojalá fuera así de fácil, pero la realidad es mucho más compleja.
Una cosa que es necesario admitir es que lo que no funciona no funciona. Forzar lo que no está funcionando es como intentar engranar engranajes que no son compatibles, si se lo fuerza, en algún momento el sistema se afectará y en muchos casos será destruido, lo mismo ocurre con las parejas.
Aún más, hay parejas que no deberían haberse casado nunca, son, parafraseando a García Marquez: "Crónica de un divorcio anunciado".
Si se hacen daño al estar juntos, separarse es mejor a estar sufriendo y viviendo situaciones insostenibles. Una separación en paz es mil veces preferible a vivir una constante reyerta y conflictos que no sirven más que para crearse problemas emocionales y físicos. He conocido parejas que se llevan mejor una vez que están separados, porque se quitaron un tremendo peso de tensión de encima. Incluso, pueden ser amigos y como han de estar relacionados por causa de hijos, logran vivir mejor y en paz, que estar continuamente en peleas, discusiones y tensiones, que no ayudan en nada.
Seguramente, algunos religiosos con tendencias extremas rasgarán vestiduras, pero prefiero el sentido común. Ni Dios puede lograr que una pareja se mantenga unida si están unidos por las razones equivocadas.
Matrimonio y sexualidad
La vida sexual no es el motor del matrimonio, es el combustible. Una pareja con una mala vida sexual, simplemente, vivirán una situación que a la larga terminará por hacerles daño.
En tu caso, no es extraño que tu vida sexual sea un caos, porque no se puede vivir sexualmente pleno si no hay amor y si además, la persona se siente usada, maltratada o no escuchada.
La vida sexual es en muchos aspectos la punta del iceberg que evidencia qué tipo de relación tiene la pareja. Un matrimonio sano tiene una vida sexual activa y sana. Cuando el matrimonio está enfermo, indudablemente, sucederá lo que ocurre en tu relación. Insatisfacción, hastío, frustración y un sin número de otras situaciones que están vinculadas con forzar algo que en realidad no funciona.
Dios y el amor
Es cierto que Dios es amor y que para amar hay que estar en contacto con Dios (1 Juan 4:8), pero tampoco es a la fuerza. Dios no puede forzar a nadie a amar. El amor es una decisión y es tan personal que Dios no interviene, porque es nuestra la decisión de amar. Dios puede producir un milagro, pero de todos modos, ha de ser nuestra la decisión.
Cargas sobre ti un muerto que no has querido enterrar. Te casaste con un hombre que no amabas estando enamorada de otro, eso es simplemente, autoengañarse. Ahora, que la vida que has formado se torna más y más difícil le pides a Dios que te ayude a amar a quien no amas, ¿te das cuenta de la incongruencia de esa idea? Le estás pidiendo a Dios lo que hace rato decidiste que no querías. No deseas estar casada con ese hombre, no lo quieres como esposo, y lo más dramático que él te ha confesado lo mismo. ¿Qué esperas? Dios hace milagros, pero nunca fuerza voluntades.
Lo correcto
Lo correcto es que seas feliz y ya sabes que en la relación que has tenido no eres feliz, porque comenzaste algo por las razones equivocadas y lo has mantenido sin salir del error que siempre fue. La vida se va muy rápido. Si sigues en este lastimero laberinto en que te has metido, difícilmente serás feliz.
Siempre lo correcto va por el lado de lo que Dios desea y es su voluntad que tú seas plena. Probablemente alguien con una empatía muy pobre te dirá que te mantengas en ese matrimonio sólo porque lo comenzaste, cosa que no es así, y debes elegir que quieres: Seguir torturándote en una relación que ya no funcionó porque comenzó mal, o decidirte a seguir sola, cuidando a tu hija y aprendiendo a ser feliz en otras condiciones de vida.
Separación y ayuda
Sin embargo, es importante que antes que tomes cualquier decisión definitiva que pienses en la posibilidad de ayuda. No hablo de una "charlita" pastoral de media hora, que en general, es como poner un curita en una amputación.... no sirve mucho más que como autoengaño. Hablo de pedir ayuda a profesionales, a terapeutas matrimoniales o a algún orientador familiar. Si el matrimonio no funciona, sal de esa relación antes que te destruyas, pero hazlo luego de haber recibido orientación terapéutica, que tengas la convicción plena de que hiciste todo lo posible. Cuando se hace una terapia matrimonial en serio, no un par de charlas condescendientes, entonces, es posible tomar decisiones mejor encaminadas.
Una mediación también es posible, para separarse en paz o para intentar nuevas rutas para que la relación funcione. El estar pensado "podría haber hecho algo más", a la larga es corrosivo, por eso siempre es bueno una terapia de ayuda.
Conclusión
El matrimonio es quizá, una de las experiencias humanas más difíciles que existen. Tiene un lado maravilloso que te llena de plenitud y alegría, pero también, una cara b, el lado oscuro que te obliga a invertir tus mejores energías físicas y emocionales, es tener que lidiar con hábitos, costumbres, formas de ser, conceptos y estilos de vida de otra persona, que no siempre es fácil y a menudo un esfuerzo titánico.
Sin embargo, todo lo anterior es aún más difícil y complejo cuando el matrimonio se inicia por las razones equivocadas y donde no hay amor.
Busca ayuda terapéutica, y si llegas a la convicción de que debes intentarlo de nuevo, hazlo, para que estés tranquila. Sin embargo, si en la terapia te das cuenta que no debes continuar porque sabes que no funcionará, entonces, vive en paz, porque has hecho lo posible. En síntesis, deja la telenovela que estás viviendo y concéntrate en ser feliz y plena, haciendo lo más correcto en primer lugar para ti, tu hija y, por qué no, para tu esposo, para que él deje de sufrir por una relación que no ha funcionado desde el día en que comenzó.
Dios te bendiga.
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