PREGUNTA
“No sé qué hacer, estoy enamorada, sin embargo, no estoy segura que lo que estoy viviendo sea lo más correcto. No recibo lo mismo que doy. Él dice amarme, pero habitualmente soy yo la que toma la iniciativa en todo, en la intimidad, en salir, en tener momentos para nosotros, no sé, Él dice, muy de vez en cuando que me ama y generalmente porque le pregunto. Me siento mal, aunque no sé por qué, cuando lo encaro con el tema él me dice que él es así y que no va a cambiar, que si lo amo lo debo aceptar como es. Siento que para él la situación es cómoda, tiene ropa limpia, una casa ordenada, la comida que le gusta, pero yo me siento vacía de amor. Oro a Dios para que lo cambie, pero no pasa nada. Espero haberme explicado bien”.
RESPUESTA
Apreciada amiga:
El amor es sacrificado, pero, no demanda nuestro sacrificio. Eres una mártir del amor y en el fondo, lo que provocas no es simpatía sino compasión.
Amor y reciprocidad
Sin reciprocidad no se puede hablar de amor. El amor exige y demanda reciprocidad, de otro modo no sirve.
¿Qué pensarías de un constructor que para ahorrarle dinero al gobierno, construyera un puente sólo hasta la mitad del río? Es lo que tú estás viviendo. Construiste tu parte, pero no recibes lo mismo. Su parte del puente no está construida y por lo tanto, por mucho que te esfuerces todo lo que hagas será inútil.
Cuando no hay reciprocidad lo que queda es el autoengaño, y no hay peor mentira que engañarse a sí mismo. El amor nunca debe exigir porque el amor es una respuesta natural, auténtica y que no tiene nada que ver con la mendicidad.
Alejarse
A mí me gusta mucho el arte, especialmente la pintura. Recientemente estuve en una exposición de cuadros de Leonardo da Vinci, donde destacaba su famosa “Mona Lisa”. Ahí comprobé una vez más que para observar bien una pintura tienes que tener la perspectiva completa. Por esa razón, aléjate, observa los detalles, date la oportunidad para que puedas percibir que el amor no es esclavitud, que a los esclavos se los usa y abusa pero nunca se los ama. Si tú no comienzas a valorarte a ti misma, entonces un día despertarás mucho más sola como lo que estás hoy, porque será una soledad urdida a fuerza de dar de cabezazos contra la pared, la habrás forjado tú misma.
El amor que se mendiga no es digno, degrada. Un día comprenderás que no sólo has perdido el tiempo, también en ese trayecto te habrás perdido a ti misma hundiéndote en la autodestrucción, la amargura y la depresión, y ¿para qué?
Las abuelas de antaño, entre las que estaban las mías, enseñaban que había que aguantar todo, porque eso era el matrimonio. Esas pobres ancianas se quedaron sin dientes por los golpes que soportaron y sin ganas de vivir por la indiferencia que acumularon. Hacia allá vas, una vejez sin vida, la tristeza convertida en anciana.
Dios como escape engañoso
Es un absurdo pedirle a Dios lo que él no puede hacer. Por ese camino sólo te seguirás auto engañando como hasta ahora. Lamentablemente, por ese sendero llegará el día en que terminarás culpando a Dios por tus desgracias.
El camino del autoengaño hace que la gente se ponga a buscar atajos, callejones sin salida que en nada nos ayuda. Pedirle a Dios que lo cambie es solicitarle que él lo obligue a amarte en contra de su voluntad. Pedir eso no sólo es injusto, sino que muestra que no entiendes el sentido de las Escrituras. ¿En qué parte de la Biblia dice que Dios hace que los esposos que no aman, amen?
El amor de Dios consiste en respetar las decisiones de los seres humanos. Cualquier camino diferente es simplemente imposición, manipulación, falta de respeto, y Dios nunca caerá en ese juego tan fatalmente nuestro.
Ora a Dios, sin duda, pero autorizándolo a obrar en ti para que te ayude a recuperar el respeto por ti misma, que evidentemente en este tiempo has perdido. Ora a él para que te de discernimiento y sabiduría, pero no para que manipule, eso no hace el amor sino el terror y la dictadura, y Dios no es así, de esa forma solemos ser los seres humanos que vamos por allí creyendo que se logran cambios a fuerza de injusticias y prepotencias.
Deja de sufrir
Pon un alto a esta situación de abuso. Aléjate, no definitivamente aún, pero dile:
—Mi iré, un mes (dos o tres, como tú creas conveniente), para que en mi ausencia decidas cuán importante soy yo para ti.
Dale la oportunidad para apreciarte y para que tú recuperes el respeto por ti misma. En ese tiempo no le hables, no lo llames, no lo contactes de ningún modo y busca la ayuda de algún psicólog@ para que colabore contigo para entender el problema que tienes, que aunque no lo entiendas claramente, tiene nombre y apellido: Dependencia afectiva. En otras palabras, te has vuelto adicta, mendiga de amor y no te vas a curar sino alejándote y pidiendo ayuda profesional para reconstruir tu identidad.
El amor supone autorespeto
Aún Jesús sostuvo que para amar hay que primero amarse a sí mismo.
Cuando leí tu carta me recordé de un perrito que conocí en Australia (perdona el ejemplo, pero es gráfico y no te vas a olvidar). Se llama “mancha”, no sé si los que le pusieron el nombre entiende que en realidad el apelativo es una metáfora de lo que le sucede.
El pobre animal fue torturado y maltratado por una joven que quería vengarse de su novio que la dejó, y que entre otras cosas, le había obsequiado el perrito. Cuando fue rescatado, el animalito estaba tan dañado que cuando llegó donde sus nuevos dueños pasó mucho tiempo antes de aceptar que siquiera lo tocaran. Ha pasado el tiempo y ahora acepta un poco de cariño, pero se acerca con la cola entre las piernas (señal de miedo), y con una sensación de precariedad que mueve a compasión. El pobre perro se arrastra moviendo su cola tímidamente y con una sensación de que no merece cariño. No tiene dignidad. Así quedan los mendigos de amor, que al final son maltratados y torturados por quienes deberían darles cariño.
El amor que implora, es tarde o temprano, una muestra grave de falta de respeto hacia sí mism@.
Toma tu maleta y márchate, lo que él necesita es un ultimátum. Si él decide que quiere amarte, entonces, pon la condición de solicitar ayuda a un consejero matrimonial o a un@ psicólog@, pero no para una consulta sino para una terapia. Si él no quiere, entonces aléjate definitivamente, quedarse es autodestruirse.
La importancia del amor
Creo en el amor, pero no en la mendicidad. Creo en el matrimonio, pero no en el martirio. Una cosa y la otra no van juntas, por mucho que las telenovelas pretendan mostrar otro cuadro absurdo.
Seguramente no faltará quien te diga que debes soportar, pues dile a esa persona que si es tan importante hacerlo que lo haga ella y se lleve a tu marido a su casa, y tú libérate de una relación que tarde o temprano terminará por destruirte.
No me creas, por favor consulta una segunda opinión, pero antes de hacerlo pregúntate si en diez años más quieres estar así como hoy, mira hacia adelante y proyéctate, luego, consulta todo lo que quieras.
El amor es alegría
El amor es alegría, es un paisaje de primavera, es una melodía inspiradora, es energía que te renueva.
Cuando amas quieres sentir que tú amado toca tu piel con ganas, con gozo, con pasión, no con obligación, como la tortuga que tienes al lado. El amor es contagioso de alegría, no de dengue, como en tu caso.
Si te conformas con otra cosa es como comer pan crudo toda la vida cuando podrías estar gozosa comiendo pasteles o alguna otra exquisitez. Tú eliges.
“No sé qué hacer, estoy enamorada, sin embargo, no estoy segura que lo que estoy viviendo sea lo más correcto. No recibo lo mismo que doy. Él dice amarme, pero habitualmente soy yo la que toma la iniciativa en todo, en la intimidad, en salir, en tener momentos para nosotros, no sé, Él dice, muy de vez en cuando que me ama y generalmente porque le pregunto. Me siento mal, aunque no sé por qué, cuando lo encaro con el tema él me dice que él es así y que no va a cambiar, que si lo amo lo debo aceptar como es. Siento que para él la situación es cómoda, tiene ropa limpia, una casa ordenada, la comida que le gusta, pero yo me siento vacía de amor. Oro a Dios para que lo cambie, pero no pasa nada. Espero haberme explicado bien”.
RESPUESTA
Apreciada amiga:
El amor es sacrificado, pero, no demanda nuestro sacrificio. Eres una mártir del amor y en el fondo, lo que provocas no es simpatía sino compasión.
Amor y reciprocidad
Sin reciprocidad no se puede hablar de amor. El amor exige y demanda reciprocidad, de otro modo no sirve.
¿Qué pensarías de un constructor que para ahorrarle dinero al gobierno, construyera un puente sólo hasta la mitad del río? Es lo que tú estás viviendo. Construiste tu parte, pero no recibes lo mismo. Su parte del puente no está construida y por lo tanto, por mucho que te esfuerces todo lo que hagas será inútil.
Cuando no hay reciprocidad lo que queda es el autoengaño, y no hay peor mentira que engañarse a sí mismo. El amor nunca debe exigir porque el amor es una respuesta natural, auténtica y que no tiene nada que ver con la mendicidad.
Alejarse
A mí me gusta mucho el arte, especialmente la pintura. Recientemente estuve en una exposición de cuadros de Leonardo da Vinci, donde destacaba su famosa “Mona Lisa”. Ahí comprobé una vez más que para observar bien una pintura tienes que tener la perspectiva completa. Por esa razón, aléjate, observa los detalles, date la oportunidad para que puedas percibir que el amor no es esclavitud, que a los esclavos se los usa y abusa pero nunca se los ama. Si tú no comienzas a valorarte a ti misma, entonces un día despertarás mucho más sola como lo que estás hoy, porque será una soledad urdida a fuerza de dar de cabezazos contra la pared, la habrás forjado tú misma.
El amor que se mendiga no es digno, degrada. Un día comprenderás que no sólo has perdido el tiempo, también en ese trayecto te habrás perdido a ti misma hundiéndote en la autodestrucción, la amargura y la depresión, y ¿para qué?
Las abuelas de antaño, entre las que estaban las mías, enseñaban que había que aguantar todo, porque eso era el matrimonio. Esas pobres ancianas se quedaron sin dientes por los golpes que soportaron y sin ganas de vivir por la indiferencia que acumularon. Hacia allá vas, una vejez sin vida, la tristeza convertida en anciana.
Dios como escape engañoso
Es un absurdo pedirle a Dios lo que él no puede hacer. Por ese camino sólo te seguirás auto engañando como hasta ahora. Lamentablemente, por ese sendero llegará el día en que terminarás culpando a Dios por tus desgracias.
El camino del autoengaño hace que la gente se ponga a buscar atajos, callejones sin salida que en nada nos ayuda. Pedirle a Dios que lo cambie es solicitarle que él lo obligue a amarte en contra de su voluntad. Pedir eso no sólo es injusto, sino que muestra que no entiendes el sentido de las Escrituras. ¿En qué parte de la Biblia dice que Dios hace que los esposos que no aman, amen?
El amor de Dios consiste en respetar las decisiones de los seres humanos. Cualquier camino diferente es simplemente imposición, manipulación, falta de respeto, y Dios nunca caerá en ese juego tan fatalmente nuestro.
Ora a Dios, sin duda, pero autorizándolo a obrar en ti para que te ayude a recuperar el respeto por ti misma, que evidentemente en este tiempo has perdido. Ora a él para que te de discernimiento y sabiduría, pero no para que manipule, eso no hace el amor sino el terror y la dictadura, y Dios no es así, de esa forma solemos ser los seres humanos que vamos por allí creyendo que se logran cambios a fuerza de injusticias y prepotencias.
Deja de sufrir
Pon un alto a esta situación de abuso. Aléjate, no definitivamente aún, pero dile:
—Mi iré, un mes (dos o tres, como tú creas conveniente), para que en mi ausencia decidas cuán importante soy yo para ti.
Dale la oportunidad para apreciarte y para que tú recuperes el respeto por ti misma. En ese tiempo no le hables, no lo llames, no lo contactes de ningún modo y busca la ayuda de algún psicólog@ para que colabore contigo para entender el problema que tienes, que aunque no lo entiendas claramente, tiene nombre y apellido: Dependencia afectiva. En otras palabras, te has vuelto adicta, mendiga de amor y no te vas a curar sino alejándote y pidiendo ayuda profesional para reconstruir tu identidad.
El amor supone autorespeto
Aún Jesús sostuvo que para amar hay que primero amarse a sí mismo.
Cuando leí tu carta me recordé de un perrito que conocí en Australia (perdona el ejemplo, pero es gráfico y no te vas a olvidar). Se llama “mancha”, no sé si los que le pusieron el nombre entiende que en realidad el apelativo es una metáfora de lo que le sucede.
El pobre animal fue torturado y maltratado por una joven que quería vengarse de su novio que la dejó, y que entre otras cosas, le había obsequiado el perrito. Cuando fue rescatado, el animalito estaba tan dañado que cuando llegó donde sus nuevos dueños pasó mucho tiempo antes de aceptar que siquiera lo tocaran. Ha pasado el tiempo y ahora acepta un poco de cariño, pero se acerca con la cola entre las piernas (señal de miedo), y con una sensación de precariedad que mueve a compasión. El pobre perro se arrastra moviendo su cola tímidamente y con una sensación de que no merece cariño. No tiene dignidad. Así quedan los mendigos de amor, que al final son maltratados y torturados por quienes deberían darles cariño.
El amor que implora, es tarde o temprano, una muestra grave de falta de respeto hacia sí mism@.
Toma tu maleta y márchate, lo que él necesita es un ultimátum. Si él decide que quiere amarte, entonces, pon la condición de solicitar ayuda a un consejero matrimonial o a un@ psicólog@, pero no para una consulta sino para una terapia. Si él no quiere, entonces aléjate definitivamente, quedarse es autodestruirse.
La importancia del amor
Creo en el amor, pero no en la mendicidad. Creo en el matrimonio, pero no en el martirio. Una cosa y la otra no van juntas, por mucho que las telenovelas pretendan mostrar otro cuadro absurdo.
Seguramente no faltará quien te diga que debes soportar, pues dile a esa persona que si es tan importante hacerlo que lo haga ella y se lleve a tu marido a su casa, y tú libérate de una relación que tarde o temprano terminará por destruirte.
No me creas, por favor consulta una segunda opinión, pero antes de hacerlo pregúntate si en diez años más quieres estar así como hoy, mira hacia adelante y proyéctate, luego, consulta todo lo que quieras.
El amor es alegría
El amor es alegría, es un paisaje de primavera, es una melodía inspiradora, es energía que te renueva.
Cuando amas quieres sentir que tú amado toca tu piel con ganas, con gozo, con pasión, no con obligación, como la tortuga que tienes al lado. El amor es contagioso de alegría, no de dengue, como en tu caso.
Si te conformas con otra cosa es como comer pan crudo toda la vida cuando podrías estar gozosa comiendo pasteles o alguna otra exquisitez. Tú eliges.
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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Considero que el amor es una es un sentimiento puro entre dos personas, y lo expresamos de expresarse a través de los sentidos, con una mirada, una caricia, un beso y sobre todo a través del respeto, sin embargo no siempre es así, y pasa a ser nuestra propia destrucción, dolorosa, lenta e irreversible, viviendo en las penumbras de un amor intoxican te, viendo con frustración que esa persona no cambiara, solo hay una respuesta que tanto te amas para mantenerte al lado de quien no tiene el mismo concepto del amor.
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