Pregunta
Respuesta
"Mi pareja no es cristiana tenemos una relación de casi tres años (digo casi porque rompimos varias veces). Prácticamente ha sido una relación a distancia porque él vive en otro país. Ahora viajé y estoy viviendo con él, estoy embarazada y siento mucha ilusión pero también mucho miedo porque aunque él es un buen hombre, trabajador, me adora, me respeta, quiere mucho a mi familia y también está ilusionado con la bebé, él no tiene los mismos principios que yo, aunque si se preocupa en ir conmigo a la iglesia. Sé que poco a poco Dios va ir haciendo su trabajo. Lo que en realidad me preocupa es que hay tantas cosas en mi cabeza de mi pasado que hoy me atormentan y he llegado a pensar que no merezco lo que tengo, que no merezco el hombre que está a mi lado, porque me parece increíble que a pesar de tantas cosas que pasaron él aun me siga amando y haya perdonado cada uno de mis errores. Siento arrepentimiento por cada decisión errónea pero ya no me sirve de nada, solo no quiero equivocarme más y hacer feliz al hombre que está a mi lado y amarlo de la misma manera que creo que me ama.
¿Cómo puedo lograr dejar de sentir culpa y atormentarme? ¿Cómo puedo saber que Dios me ha perdonado, incluso cuando he pedido mil veces perdón? ¿Cómo debo pensar ahora que estoy embarazada, Dios quiere a este hombre para mí o qué? (probablemente debí preguntármelo antes pero creo que antes estaba preocupada en andar tomando decisiones equivocadas). Si puede ayudarme con sus respuestas seria genial, sería como un respiro porque últimamente siento que tengo un grito en mi garganta".
Respuesta
Apreciada amiga:
Hace mucho recibí tu carta, pero cómo te habrás dado cuenta, el cúmulo de obligaciones que tengo me hace retardar las respuestas. Me he propuesto contestar aunque sea una carta diaria, pero tengo una carpeta de al menos 600 preguntas pendientes, y siguen llegando, espero algún día terminar de contestar, o al menos las que coincidan con otras preguntas, derivarlos a las respuestas ya dadas.
Presumo que para estas fechas, a juzgar por la data de tu carta, tu niño o niña, ya debe haber nacido, así que debes estar viviendo otra etapa en tu vida, una que cambia toda nuestra concepción de la realidad. Siempre he dicho que los hijos vienen a nuestra vida para cambiarnos en primer lugar a nosotros, y luego, de manera secundaria para que nosotros influyamos en ellos.
El sentimiento de culpa y el perdón a sí mismo
Voy a comenzar por la última parte de tu carta, para llegar a lo primero. Los cristianos tenemos un problema con la culpa y con el perdón. Por un lado, aquellos que siempre han estado en la iglesia y en especial los que pertenecen a congregaciones conservadoras, tienden a tener más culpa que otros.
Esta semana di dos conferencias sobre autoestima en dos colegios cristianos, sin embargo, en uno de ellos el 90% de los alumnos procede de hogares no cristianos, y en el otro, es a la inversa, el 70% proviene de hogares cristianos. Sin embargo, a la hora de las preguntas, paradojalmente los que revelaron tener más problemas de autoestima fueron precisamente aquellos donde en su mayoría proceden de hogares cristianos, ¿por qué? Por una sencilla razón. Desde niños el énfasis ha sido: ¡Tienes que portarte bien! ¡Es importante que obedezcas a Dios! ¡Tienes que cumplir con las normas! ¡Tienes que dar ejemplo a otros! La repetición constante de ese mensaje cría a hijos y jóvenes con un gran sentimiento de que no puede equivocarse y que si lo hacen, serán rechazados por sus “hermanos” de iglesia y por Dios. Sin entender que si tus “hermanos” te rechazan cuando te equivocas, en realidad nunca han sido hermanos, sino lobos disfrazados de hermanos, siempre listos para morderte al primer error, y por otro lado, Dios nunca, por ninguna razón nos dejará de amar, a despecho de lo que dicen quienes viven ligados a una religión farisea y legalista que enseña precisamente lo contrario.
Equivocarse es parte de la vida. Los únicos que no se equivocan son los que nunca nacieron y dejaron de equivocarse, sólo los que están en el cementerio. El que no se equivoca y comete errores no es normal, de hecho, revela que tiene un problema psiquiátrico. Sólo los que tienen un retraso mental profundo no cometen errores conscientemente. Todos los demás, nos equivocamos a cada rato, de pensamiento y de hecho. Por esa razón Dios que nos conoce no nos condena por nuestros errores, sino que nosotros nos condenamos a nosotros mismos por no acercarnos a su gracia y perdón.
No importa qué hayas hecho, no importa qué error hayas cometido, nada es tan grande que Dios no te pueda perdonar. Hay un versículo maravilloso de Pablo que dice: “Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Rm. 8:38-39).
Me encanta la palabra “nada”. A veces no dimensionamos su fuerza. Pero nada, es todo. No hay cosa que podamos hacer que nos separe del amor de Dios. Puedes caer en la situación más dramática y ahí estará Dios para rescatarte. Nunca, por ninguna razón Dios nos abandona. Los que dicen algo contrario, no sólo tergiversan la Biblia, sino que además, con su actitud condenatoria terminan alejando a quienes luchan por mantenerse en el camino de Dios.
No esperes sentir algo, sólo créelo porque Dios no miente, como dice la Biblia: “Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple” (Nm. 23:19). Prometió que serías redimida por Jesucristo y así lo ha hecho. Refúgiate en Cristo y deja que el trabajo de la transformación lo haga Dios en ti. Y cuando vengan los lobos a morderte porque supuestamente “no estás a la altura de las normas”, no le creas, responde como le escuché a una viejecita hace muchos años cuando escuchó a unos legalistas regañarla, ella sonrió y dijo:
―No se preocupen, yo conozco a mi Señor Jesús, y no es el mismo de ustedes.
El trabajo de perdonarse
El mayor problema, para muchos cristianos criados en contextos donde la obediencia y la norma están en la boca de quienes les acompañan en su entorno es perdonarse cuando se equivocan. Perdonarse a sí mismo es más difícil que perdonar a otros, especialmente quienes vienen de contextos legalistas y quienes tienden a ser muy exigentes consigo mismos.
¿Te equivocaste? Bueno, bienvenida a la humanidad, aunque no lo creas todos se equivocan, sólo que algunos son más hábiles para mentirse a sí mismos y mentirle a los demás. La diferencia entre unos y otros es que el cáncer del pecado se nota más en unos y en menos en otros, pero, no existe ningún ser humano que no esté enfermo de la misma afección. Como diría Pablo:
¡No hay ni uno solo que sea justo! No hay quien tenga entendimiento; no hay quien busque a Dios. Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno!” (Rm. 3:10-12).
¡Qué maravilla! Tú, yo y todos estamos en la misma categoría.
Por esa razón, ¡levanta la frente! Te equivocaste, pero no estás muerta. Tienes mucho por delante, puedes reconstruir tu vida. Puedes, con el poder de Dios, mostrar cada día que puedes ser mejor, nunca perfecta, pero siempre en proceso, sin angustia, con alegría y la sensación que nunca somos abandonados por Dios.
Cuando te desanimes, levanta la frente y mira a Jesús colgado en la cruz por ti y saliendo del sepulcro en el día de la resurrección, sólo para que tengas paz. No vuelvas a colgar a Cristo, no lo metas de nuevo en el sepulcro. Él ya murió por ti, resucitó por ti, no temas, él te ama tanto que te seguirá amando aunque te equivoques y si lo buscas con honestidad te dará el poder para levantarte y seguir.
El amor perdona y olvida
Ahora respecto a la primera parte. El creer que no “mereces” es delicado, porque habla que tu autoestima está lesionada. Estás idealizando a tu pareja, como si él fuera perfecto y no lo es.
La Biblia dice que “el amor cubre todas las faltas” (Pr. 10:12), así que tu compañero no está haciendo nada más que lo que hace el amor. Aceptarte tal como eres, con todas tus características buenas y malas. Si no lo hiciera, entonces, estaría demostrando que no te ama. Lo mismo harás tú al revés, si lo amas.
El apóstol Juan dice:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Jn. 4:18).
Si tienes miedo, el problema no es lo que has hecho sino la falta de amor. El amor cubre faltas, pero también da confianza. Sólo en el amor prospera una relación.
El amor que procede de Dios
Eso me lleva al otro punto que planteas, el amor es fruto de la acción de Dios en la vida del ser humano, Juan lo expresa diciendo:
“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn. 4:8).
Lo que implica es que el amor es fruto de la acción de Dios en la vida del ser humano. La conclusión, puede que no te guste, pero él NUNCA te amará completamente a menos que entregue su vida a Dios.
Es una buena cosa que te acompañe a la iglesia, pero lo más importante es que lo guíes a los caminos del Señor, y en ese punto tú puedes ser un punto de inflexión importante en su vida. Puedes con tu devoción y consagración, lograr que él entienda lo hermoso que es estar enamorado de Jesús. De hecho, él debe amar primero a Dios antes que amarte a ti, porque es el amor a Dios el que garantizará que te ame a ti.
No hablas de matrimonio en tu carta, es tu decisión, pero intenta hacer las cosas bien, para ti y para tu hija. El matrimonio legal no es un papel, es un compromiso, una señal de que estamos dispuestos a jugarnos la vida junto a otra persona. De todos modos, Dios perdona, siempre, es más grande que nuestros conflictos y no te condena por situaciones que en ocasiones escapan a nuestra voluntad. Pero intenta hacer las cosas bien, también será un buen mensaje para la vida de tu compañero.
Levanta la frente, eres una hija de Dios, aún cuando te equivoques. No le haces daño a Dios si no haces las cosas bien, te lo haces a ti misma. Ahora tienes que pensar no sólo por ti misma, sino también por otra persona (hijo/a), ya me contarás que fue… Tu hijo(a) merece que le des seguridad en todo sentido y un sentido de pertenencia con una familia donde more el Señor y podamos refugiarnos en su gracia y en su bondad.
Que la paz del Señor sea tu norte, que su amor te cubra diariamente, que su luz de amor sea tu camino en todo momento.
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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
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