“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas,
gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás
con amor”. (Agustín de Hipona)
Pregunta
Soy cristiana desde la infancia, lo cual a
veces, más parece un castigo que una bendición. Tuve un matrimonio muy infeliz,
con violencia psicológica, verbal y física. Terminé enferma de esa relación.
Hace años me separé y desde entonces no he tenido la fe de mi niñez y
adolescencia. Tres años después de la separación se me declaró un brote
psicótico, estuve internada en una clínica especializada y desde entonces estoy
en tratamiento psiquiátrico, en buena parte por el daño causado en mi
matrimonio. Ha sido difícil volver a creer en Dios luego de años de estar
casada con alguien que degradó mi dignidad, un supuesto “hombre de Dios”. Hace
dos años volví a la iglesia. Al poco tiempo conocí a un joven nuevo en la fe.
Me puse de novia con él y a los meses comenzamos a vivir juntos. Ahora estoy
embarazada. Para mí, es un regalo de Dios.
No me considero un ejemplo de nada, de a
poco estoy volviendo a tener fe y eso me alienta. Sin embargo, tengo un dolor
muy grande porque el apoyo que esperaba de mi familia cristiana, no lo he
tenido. Mi hermana, esposa de pastor, es durísima conmigo. Con mi pareja,
seguimos yendo a la iglesia y tenemos un grupo de hermanos lindos y amorosos
que nos contienen. La razón por la que no me casé es porque tengo problemas con
los papeles de mi divorcio, mi ex me lo ha hecho todo difícil y a la fecha aún
falta un oficio necesario para poder volver a casarme. Estoy con abogados y
luchando para poder regularizar todo.
Cuando le conté a mis padres, también cristianos,
que iba a ser madre, me abrazaron con emoción por el futuro nieto en camino. En
general nuestros amigos de la iglesia hicieron lo mismo. Otra de mis hermanas,
casada con el hijo de un reconocido pastor no me dijo nada, al menos no me
agredió, aunque su silencio duele.
Otra hermana, también casada con un
pastor, mientras le contaba sobre el bebé se me acercó solo para decirme que el
bebé no es una bendición, que podría haberlo sido pero que no lo es. Me dejó
muy mal. Me ha costado mucho abrirme hacia algunos cristianos por el miedo a
ese tipo de comentarios o la censura. Estoy luchando por volver a creer en Dios
y ¡mi propia hermana dice que su sobrino, su propia sangre es... “una
maldición”!
Agregó otros comentarios señalando mis
faltas, sin ninguna muestra de compasión. Me siento mal por su incomprensión.
Le escribí explicándole como me sentía, esperando un poco de empatía, pero,
siguió con su postura de que arruiné mi vida por desobediente. No me escuchó y
su rigidez mental me dejó pasmada. Lo siento como una psicopatología. ¡No puedo
creer que esté en el ministerio pastoral! Sigue siendo mi hermana, la amo, sin
embargo, terminó diciéndome que no me va a hablar más. No tengo palabras para
expresar mi dolor. Quisiera un mensaje, un consejo, algo que me diga desde
afuera cómo se ve esto, quizá yo esté equivocada y exagerando en mi postura, no
lo sé. Estoy cansada de este tipo de cristianos que te empujan con violencia
lejos de la esperanza y del cielo que tanto anhelamos”.
Nota introductoria: En general no publicamos las cartas en extenso, pero esta en particular lo ameritaba, por todos los detalles que se mencionan. Hemos quitado algunas partes innecesarias, pero da el contexto total de la problemática.
Nota introductoria: En general no publicamos las cartas en extenso, pero esta en particular lo ameritaba, por todos los detalles que se mencionan. Hemos quitado algunas partes innecesarias, pero da el contexto total de la problemática.
Respuesta
Apreciada y querida amiga, si estuviera
cerca de donde vives te buscaría exclusivamente para ir a darte un fuerte
abrazo. Luego te pediría perdón por todos los cristianos que no lo han sido
contigo, empezando por el individuo que se hacía llamar tu “esposo” y que te
maltrató durante tanto tiempo, a la par de que con hipocresía se llamaba
“cristiano”.
Lo doloroso de tu carta es que has salido
de un infierno para caer a otro. La gente que debería expresarte más amor, tu
propia familia, escudada en un cristianismo tóxico y enfermo, en vez de acogerte,
te lanzan nuevamente a otro precipicio, el del desprecio y la condena. Típico
de quienes han perdido el norte de la fe. Como diría Roberto Badenas: “Lo peor
del legalismo es que devalúa todo lo que se halla fuera de su marco legal y lo
desacredita con la lógica del desprecio”.[i]
Mientras leía tu carta he dado gracias a
Dios porque al menos has encontrado una comunidad cristiana que merece ese
nombre, y los ha acogido a ti y a tu pareja, de manera incondicional, como
debería ser siempre. A ninguno de sus seguidores Cristo les pidió que vinieran
sin faltas. Por eso que se acercaban los heridos, los maltratados, las
prostitutas, los ladrones y todos aquellos que de una forma u otra habían sido
excluidos de la sociedad clasista y tóxica que se había construido en ese
tiempo, con justificación religiosa, tal como lo hacen muchos en la actualidad,
que en vez de amparar condenan.
Eso no es cristianismo, es un
fundamentalismo propio de talibanes y extremistas que utilizan la religión para
maltratar, y no es digno de personas que se dicen seguidores de Jesucristo. El
problema no es que estén en desacuerdo contigo, porque tienen todo el derecho a
estarlo, el asunto de fondo es “la forma en que trato a una persona con la que
estoy en profundo desacuerdo”.[ii] A muchas
mentes les cuesta entender que el cristianismo se ha fundado sobre la historia
de hombres y mujeres que hoy día estarían censuradas, criticadas y despreciadas
por las congregaciones cristianas.
Muchos de los llamados “héroes de la fe”,
fueron personas que cometieron terribles errores, y, sin embargo, fueron
incluidos entre aquellos que merecen un lugar especial entre los redimidos, no
por los errores, ni porque fueron perfectos, sino porque aprendieron a depender
del Señor en un sendero largo y a veces tortuoso. Tristemente, muchos de ellos,
no serían aceptados en muchas de las congregaciones que se dicen seguidoras de
Jesús.
Por ejemplo:
Pablo, fue un asesino y torturador confeso.
Pedro, fue un mentiroso y blasfemo. Juan, fue un hombre pendenciero y de un
carácter terrible, por algo le decían “el hijo del trueno”. Zaqueo, era un
ladrón y traidor.
David fue un violador y asesino. Salomón,
se convirtió en un depravado sexual. Jonás, fue un hombre despiadado y sin
compasión. Rahab, la bisabuela de Cristo, era una prostituta.
Abraham, fue un abusador sexual y
maltratador, a la misma mujer que embarazó a la fuerza, la quiso asesinar.
Además, fue un pusilánime que negó hasta su propia esposa para protegerse.
Moisés, era un hombre de un carácter irascible.
María, madre de Jesús, mirémoslo como lo
miremos, fue una madre soltera, que hoy sería juzgada con una saña tremenda por
los soldados protectores de tradiciones condenatorias.
Simón, el zelote, era miembro de un grupo
terrorista, que seguramente tenía sus manos manchadas de sangre. Juan Marcos,
era un miedoso y cómodo que al primer problema salió arrancando. María
Magdalena, estaba llena de problemas, de una visa licenciosa y endemoniada.
Judá, era un libidinoso, no dudaba en
contratar prostitutas. Samuel, era un padre blando, lleno de conflictos, que no
supo gobernar bien su casa, teniendo hijos que fueron un desastre moral y
social.
Noé, fue un borracho y con algunas dudas
sobre su forma de comportarse. Sansón, tenía poco dominio propio, que eligió
estar con prostitutas y abandonó su fe al buscar como esposa a una extranjera
no israelita. Manasés, mandó a aserrar a Isaías, sin ni una pizca de compasión.
Podríamos seguir, y encontraríamos un común
denominador, muchas de estas personas están nominadas en Hebreos 11 como
ejemplos de hombres y mujeres de una fe inquebrantable, no por ser intachables
ni libres de pecado, sino porque confiaron en la Gracia, esa que han olvidado
tantos cristianos en la actualidad. La pregunta es ¿cuántos de ellos serían
admitidos en alguna congregación cristiana actual?
¿Pondrían a un asesino confeso y torturador
como lo fue Pablo, como líder de iglesia? ¿Dejarían a un depravado sexual como
Salomón, que se hiciera cargo del departamento de jóvenes? ¿Permitirían que una
ex-prostituta, como Rahab, dirigiera el departamento de niños? ¿Dejarían a
Zaqueo a cargo de la tesorería de la iglesia? ¿Elegirían a un violador y
asesino, como David, como el director de música de la iglesia? ¿Pondrían a
Manasés, el asesino de Isaías, como jefe de diáconos?
Incluso yendo más lejos, ¿permitirían a
Jesús entrar a alguna congregación cristiana, vestido como lo hacía, con
sandalias, con pelo largo y barba? ¿Aceptarían sus actitudes poco santas como
tomar un látigo para expulsar mercaderes o tener la osadía de llamar a las
autoridades religiosas de su tiempo: “Sepulcros blanqueados” o “generación de
víboras”? Probablemente, pensarían que es un extremista con actitudes
políticamente incorrectas, cómo llamar al propio rey “zorra” (Lucas 13:32).
La hipocresía de muchos cristianos es que
consideran a todos esos personajes, héroes, heroínas, ejemplos, modelos y
dignos de cuadros, estatuas, y semana a semana se repiten sus palabras, se
alaban sus actos y, sospechosamente, olvidan sus vidas personales y quienes
fueron, al tiempo que maltratan a quienes, en comparación, tienen vidas menos
reprobables.
Son cristianos que dicen seguir a Jesús, el
que abrazaba a prostitutas, pordioseros y ladrones, y no pueden abrazar a
alguien que ha salido del infierno de la violencia, que está siendo sanada por
el amor, y simplemente, la condenan, con frases dignas de Nicolás Maquiavelo y
Tomás de Torquemada. ¿Qué harían si Pablo golpeara a sus puertas y les contara
que fue un asesino y un torturador, y que desea hacerse cristiano?
Todo esto me recuerda la ironía de Facundo
Cabral: “Señor que estás en los cielos, líbranos de los representantes que
tienes en la tierra”.
Un hijo NUNCA es una maldición
Es lamentable que tu hermana llame
“maldición” a su propio sobrino. ¿Qué tienen en la cabeza esas mentes enfermas
de fundamentalismo que no son capaces de ver la belleza de la vida en toda su
extensión? ¿En qué han convertido a Dios que lo transforman en un ser
vengativo, rabiosamente fanático, y perseguidor de personas que dan vida?
No importa en qué circunstancias nazca un
niño, siempre la vida es una bendición que debe ser alabada como el mayor don
dado por Dios a la humanidad. Blasfemar diciendo que un niño no es una
bendición porque su madre lo ha concebido sólo por amor, aunque no hay ningún
papel que lo atestigüe, es simplemente un acto de agresión psicológica. Es
inconcebible que una mente que se dice cristiana emita tamaña tontería como si
fuera un acto digno de ser recordado.
Con razón tanta gente no cristiana, que
demuestra tener más sentido común y empatía en estos casos, rechaza el
cristianismo, tal como Mahatma Gandhi que decía: “Admiro a Cristo, no a los
cristianos”. No quisiera estar en la congregación donde tus hermanas son las
esposas de los pastores. ¿A cuántas otras personas habrán maltratado con su
fanatismo enfermo?
La vida es un don de Dios. Concebir a un
niño por amor nunca es un error. Quienes piensan así creen que un papel hace
que una relación sexual sea digna. En el libro Cantar de los Cantares
queda en evidencia que lo que sella un vínculo de pareja es precisamente la
relación sexual y no otra cosa. Ningún invento como la unión civil o la boda
religiosa hace que una pareja sea tal. Como señala Pablo R. Andiñach: “El
mensaje del Cantar es que el amor se legitima a sí mismo. Cuando hay amor
verdadero entre dos personas, no es necesario que una ley externa le otorgue un
certificado de validez”.[iii]
Supongo que los fundamentalistas les
gustaría hacer una hoguera con mi cuerpo y poner mi cabeza en una empalizada
por decir esto. Pero, la verdad es verdad, aunque a algunos les duela o les
cause escalofríos y les haga tambalear su construcción de estereotipos y prejuicios.
Si un niño es concebido por amor, o es
simplemente concebido, merece todo el respeto del mundo. Ya es difícil nacer en
este mundo y mucho más venir con una etiqueta como la que le ponen a esta pobre
criatura eso es cargar sobre sus hombros algo que no merece. Toda vida debe
celebrarse, siempre. En ese sentido, tus padres y los amigos de tu congregación
han tenido mejor juicio que tus hermanas.
Mientras pensaba en esta respuesta me he
preguntado cómo es que tus padres siendo tan empáticos y solidarios contigo,
tuvieron a su vez a otras tres hijas lapidarias y condenadoras. La única
posibilidad que se me ocurre es que fueron educadas de un modo, pero luego, la
religión y probablemente, los maridos que escogieron las hicieron frías,
calculadoras y rígidas, con una actitud que muy bien catalogas de patológica.
Ellas procuran ser obedientes, pero con una
concepción legalista de la fe. Como dice Morris Venden: “Si la única razón por
la cual obedezco es porque considero un deber hacerlo, entonces mi religión no
vale nada”.[iv] La
obediencia, desde la perspectiva bíblica no es un fin en sí mismo. No nos
salvamos por ser obedientes sino por la obediencia de Jesucristo y por aceptar
su acto vicario a favor nuestro (Juan 3:16).
En el mismo tenor Elena G. de White agrega:
“Hay quienes profesan servir a Dios a la vez que confían en sus propios esfuerzos
para obedecer su ley, desarrollar un carácter recto y asegurarse la salvación.
Sus corazones no son movidos por algún sentimiento profundo del amor de Cristo,
sino que procuran cumplir los deberes de la vida cristiana como algo que Dios
les exige para ganar el cielo. Una religión tal no tiene valor alguno”.[v]
Nadie se salva por obedecer. La obediencia
es consecuencia, pero no es meritoria de salvación. Sino, todos estaríamos sin
esperanza, porque tal como nos recuerda Pablo: “No hay justo, ni aun uno”
(Romanos 3:10). Y no los habrá hasta que llegue Cristo y elimine
definitivamente el pecado (1 Corintios 15:53-54).
Como señala el extraordinario Dietrech
Bonhoeffer: “La justificación del pecador consiste, pues, en el hecho de que
sólo Dios es justo y él, el pecador, completamente injusto, no en el hecho de
que el pecador sea justo igual a Dios. Todo deseo de ser justos por nosotros
mismos nos separa radicalmente de ser justificados por la justificación
exclusiva de Dios. Sólo Dios es justo”.[vi]
Cuando los pecadores lo entienden, se convierten en bálsamos para la vida de
otros pecadores. Cuando no lo entienden, se transforman en sus verdugos.
La iglesia cristiana debería ser siempre un
refugio para el que ha errado, nunca una mazmorra de condena. Como dice Philip
Yancey: “La iglesia debería ser un lugar que nos recuerde unas verdades
perdurables: que Dios quiere lo mejor para nosotros; que el pecado y los fallos
son inevitables, pero tenemos garantizado el perdón; que una comunidad de apoyo
mutuo lleva las cargas y consuela a los necesitados”.[vii]
Me alegro que al menos hayas encontrado una comunidad que te abraza y no una
que te condena.
El amor es sanador
El amor es amor. Si lo has encontrado, dale
gracias a Dios.
En los procesos de resiliencia, todos los
estudios muestran que ante situaciones tan dramáticas como la violencia, el
abandono, el maltrato y el desamor en todas sus formas, una pareja puede ser un
remedio extraordinario para sanar heridas y curar el pasado. El amor, cuando es
real, siempre es sanador. Dale la bienvenida al amor. No te avergüences de
amar. Vergüenza deben tener tus hermanas por ser discriminadoras, excluyentes,
maltratadoras y acusadoras, haciendo el trabajo del enemigo de Dios.
La persona que ha decidido amarte, merece
un aplauso. Sé que tienes otro hijo, y, además, eres una sobreviviente de un
matrimonio tóxico. Decidir amar a alguien en esas condiciones es un acto de
amor real, como es el amor siempre, que se da sin esperar nada a cambio.
El amor restaura, porque el amor ayuda a
curar heridas que nos han dejado personas que dijeron amarnos y terminaron
convirtiéndose en nuestros peores enemigos.
No tienes un papel oficial que avale tu
amor, pero eso no invalida tu amor. Sé que las circunstancias no te han
permitido vivir tu amor de una manera, digamos, más “formal”, pero eso lo
conoce Dios y aunque a algunos les pese, no te condena ni te maltrata. Dios
aceptó a David, Salomón, Jacob y a otros con sus desaguisados inmorales,
infinitamente más graves que los tuyos, ¿por qué no te habría de aceptar a ti
que has sido herida y maltratada, y estás siendo sanada por el amor?
Ve a los pies de Cristo, él toma tus
pecados, los míos y los de todo el mundo y los “tira al fondo del mar” (Miqueas
7:19) y no vive reclamándote permanentemente por haber errado... al contrario,
te ama, te recibe y como a la mujer adúltera y prostituida que limpió sus pies
con sus lágrimas y el nardo, te acepta y le dice a todo el mundo: “Todo el
mundo se acordará de esta mujer y lo que ha hecho” (Mateo 26:13).
Los fariseos y los religiosos de turno
siempre se quedan en la vereda del frente alegando por el gasto y acusando a
Jesús de aceptar pecadores a su lado. ¡Qué alivio que Jesús está en la vereda
de los pecadores porque de ese modo tú y yo tenemos esperanza! Señor, por
favor, mantenme lejos de los que te acusan.
Si no has podido casarte bajo las leyes de
los seres humanos (porque eso es el matrimonio legal, una tradición que viene
de la revolución francesa), eso no significa que no tengas una relación
honorable. El amor es siempre buena idea, y si estar enamorada ahora, y
viviendo con alguien que te respeta, te sana del infierno que has vivido... en
buena hora. ¡Viva el amor sanador!
Una religión tóxica
Tus hermanas viven una religión tóxica. Esa
que sólo acusa y condena pero que no redime. Son tus hermanas, ámalas, pero por
el bien de tu salud mental, de la tranquilidad de tu relación con tu pareja y
por la estabilidad del niño que vendrá... aléjate de ellas, por un tiempo al
menos, lo que más necesitas ahora es paz y no lo lograrás con miradas
reprobadoras, actitudes condenatorias y con gente que en vez de amar acusa. El
niño que habita en tu útero necesita una madre sana emocional y físicamente, y
alejarse de lo tóxico es una prioridad fundamental.
Siento compasión por tu hermana, porque al
decirte lo que te dijo, implica que no ha entendido nada del evangelio y de las
palabras de Jesús: “El que de vosotros esté sin pecado, que arroje la primera
piedra” (Juan 8:6).
Jesús enseñó una religión basada en el amor
no en la norma. Esa es la lección más importante que muchos cristianos parecen
ignorar. El asunto es que muchos lo saben, sólo de teoría, pero no lo llevan a
la práctica. Aquí sirve el pensamiento del viejo sabio chino Confucio: “Saber
que es bueno y no hacerlo es la peor cobardía”.
Lo extraño de la religión tóxica es que, en
tiempo de Cristo, esos fariseos perversos y legalistas, no estuvieron
dispuestos a arrojar ninguna piedra porque se dieron cuenta que no tenían moral
para hacerlo, pero ahora, los cristianos de la actualidad, modernos como son,
orgullosos y soberbios, si se atreven a lanzarlas y lo hacen creyendo que
tienen derecho a hacerlo. Se consideran “sin pecado” para acusar y condenar.
Son peores que los fariseos de antaño que al menos tuvieron un dejo de
conciencia.
Le temo a los cristianos que tienen estas
actitudes, cuando han tenido el poder han asesinado, torturado y perseguido,
aduciendo que lo hacían por la causa de Cristo. ¿De qué Cristo? De una idea
diabólica, no a nombre del Jesús que murió en la cruz por ti y por mí para ser
recibidos en su gracia y amor, siempre. Porque para Dios no existen pecados más
reprobables que otros, todos los pecadores pueden ir a sus pies y ser
redimidos, TODOS, incluso tus hermanas, el día en que acepten que lo son y que
no están en una condición de superioridad moral como para atreverse a decirte
el desatino que te han dicho.
Esos cristianos, lamentablemente, han
olvidado que “el amor es el punto de partida indispensable para presentar
nuestra fe de una manera llena de gracia”.[viii]
Nadie se conmueve por una norma ni por un llamado a la obediencia. Cualquiera
puede emocionarse hasta las lágrimas con un abrazo restaurador o con palabras
de aliento, no de condena. Nunca he conocido a nadie que se haya acercado a
Cristo sobre la base de la crítica y la condena.
Conocer a Jesús
Haz estado luchando con conocer a Jesús.
Puedo entenderlo, en tu caso, y en tu situación, también me resultaría difícil
creer si quien dice amar a Dios me maltrata, me condena y me acusa. ¿Cómo
pudiste estar casada con un hombre violento que se hacía llamar cristiano? Esa
experiencia puede llevar a cualquier persona a tener una crisis de fe.
Al estar separada, fuera del abismo de la
violencia, es normal que estés vulnerable y en ese contexto, te hayas refugiado
en el amor. Amar siempre es sanador, ya lo hemos dicho, sin embargo, sólo ten
cuidado que ames por las razones correctas, para no caer en otro proceso
destructivo. Cuando se ha salido del infierno es difícil poder captar
correctamente qué está bien y qué está mal en una relación. Encontrar un
vínculo sano luego de haber estado en uno enfermo es una tarea restauradora, no
exenta de riesgos, pero sanadora al fin.
Cuando el Señor nos pide que tengamos
algunos resguardos, lo hace sólo para protegernos. Un matrimonio legal no es la
panacea, ya tuviste uno y fuiste maltratada como si la legalidad no existiera.
De todos modos, busca regularizar tu situación, no por el qué dirán, porque
vivir pensando en lo que otros digan es enfermo, sino por ti, por la convicción
de que es mejor hacer las cosas bien.
¿Cansada de la religión? ¿Por qué no
pruebas con Jesús? El foco de Cristo no es lo religioso, lo denominacional, lo
institucional, sino la salvación y el que tú y tu familia lleguen a ser parte
de la eternidad. Nada más le interesa al Señor. Cuando vamos a él y confesamos
nuestra necesidad de él, todas nuestras faltas son limpiadas y Dios nos trata
como si nunca hubiéramos pecado. Nuestra garantía es Cristo, no nuestra
obediencia. Nunca lo olvides. Aférrate al Señor, y en él encontrarás la paz que
necesitas no sólo para ser feliz, sino para crecer.
Puedes mostrarles a otros la otra cara del
cristianismo. Convertirte en una mujer acogedora, llena de amor, de empatía,
por las personas que como tú han pasado por el infierno. Puedes ser un
instrumento para darle paz a las madres solteras despreciadas, a las parejas
que por una u otra razón no se han podido casar, a los excluidos, a los
despreciados. Usa tu mala experiencia para hacer lo contrario que hicieron
contigo. Conviértete en el bálsamo sanador que otros necesitan, el mismo que te
fue negado a ti, pero que Jesús te entrega a raudales.
Violencia y salud mental
El cuadro psicótico que viviste y la
necesidad de tener tratamiento psiquiátrico es normal y en cierto modo, ha
resultado ser menos traumático que otras personas que he atendido que han
quedado con invalidez física y psíquica a causa del daño de la violencia
machista que han sufrido. Como señalan dos especialista en el tema: “El
maltrato deja cicatrices emocionales que pueden perdurar toda la vida”.[ix]
Las mismas autoras señalan: “Una bajada en
espiral hasta las profundidades de la desesperanza casi es inevitable para las
mujeres cazadas en una red de infelicidad constante, baja autoestima, pocos
ingresos, y repetido abuso verbal, físico y sexual”.[x]
Nadie sale inmune o sano de una relación donde ha habido violencia.
Precisamente, porque tu mente necesita
estar sana y recuperar tu estabilidad emocional, por ti, por tus hijos, por tu
compañero... debes alejarte de ambientes emocionalmente tóxicos. Construye un
entorno emocional sano, lleno de risas, de empatía, de gestos de altruismo, de
buena onda... para eso, elige amigos y amigas que sean un aporte y no un lastre
emocional. No necesitas convertirte en sanadora de otros, menos de tus
hermanas.
Muchos cristianos son reacios al psiquiatra
y de una manera infantil y llena de ignorancia catalogan los problemas mentales
como cuestión de demonios. Cada vez que escucho eso se me erizan los pelos y me
dan ganas de salir arrancando, porque son esas precisamente las actitudes que
enferman.
Muchas enfermedades mentales que se
mencionan en la Biblia simplemente fueron catalogadas de “endemoniados” (daimon
en griego, que no tiene nada que ver con el diablo, sino con mundo interior),
sólo porque no conocían nada más y no tenían ni la más mínima idea de cómo
funcionaba la salud mental, tal como algunos cristianos ignorantes que hay en
las iglesias.
No puedo ocuparme de mi salud física y
descuidar mi salud mental, eso es un extremo que sólo lleva al psiquiátrico.
Tal como nuestro cuerpo se enferma, algunas veces de dolencias leves y otras
mayores, nuestra mente igual, y tiene que ser atendida por un especialista que
sea capaz de detectar lo que nos ocurre y darnos salidas que nos ayuden a superar
dicho malestar. Nada más que eso, no hay nada extraño ni esotérico. No buscar
ayuda cuando se tiene un malestar emocional o mental, simplemente, enferma más.
En esto, como en otros asuntos de salud, actuar a tiempo es la mejor opción.
Pacto, violencia y divorcio
En la mente de muchos legalistas y
religiosos dogmáticos, el matrimonio no debería romperse por ningún motivo. En
términos ideales, en un mundo sin mal, es probable que eso fuera posible. En un
contexto donde la maldad es la tónica esa es simplemente una buena intención
que no se puede cumplir de manera absoluta.
La realidad es que muchos matrimonios
lucharán y lograrán, con la ayuda de Dios y con mucha resiliencia, salir
adelante y permanecer en el tiempo y felices. Otros, se quedarán por compromiso,
obligación y costumbre en malas relaciones, vínculos sin vida, y también
superarán los años a costa de frustraciones, enfermedades del alma y del
cuerpo, y de una actitud de fatalismo con rasgos deterministas. Otros, no
podrán seguir, porque la relación es tóxica y porque quedarse los mataría a
corto y largo plazo.
Tu matrimonio no se destruyó por el
divorcio sino por el abuso. En el mismo instante en que tu ex-esposo te
insultó, vejó o violentó destruyó el pacto que había entre ustedes. En muchos casos
es posible hacer algo, especialmente si las personas admiten su error y están
dispuestas a enmendar lo que han hecho, pedir ayuda y cambiar de conducta.
Pero, si eso no se da, nadie te obligaba a quedarte al lado de un abusador.
Romper la relación fue un acto de sobrevivencia. Él rompió el pacto, tienes
todo el derecho del mundo a buscar a otra persona que comparta el trayecto de
vida contigo.
Muchos religiosos, con cero empatía,
pretenden que hay que quedarse al lado de personas violentas porque “hicieron
un compromiso sagrado”. Aparte de ser una tontería, es un concepto cruel porque
los que esgrimen esos argumentos se van tranquilamente a su casa a dormir y
descansar, sin hacer nada por las víctimas que habitan junto a sus enemigos.
Mirar la violencia ajena como si fuera una película, sin involucrarse y no
hacer nada para remediar la situación es convertirse en cómplice pasivo de
delitos.
Como señalan Clark y Kroeger: “Una relación
no es salubre cuando hay desprecio, insultos, amenazas, heridas, aislamiento,
vigilancia, falta de respeto, indiferencia, vergüenza, o se culpa sólo a una
persona de la relación por todos los problemas de la familia”.[xi]
En el contexto de violencia ya no hay
pacto. Éste ha estallado en mil pedazos producto de que uno de los dos ha roto
su parte del trato de amarse y tratarse con dignidad. “Hombres y mujeres pueden
decidir libremente separar sus caminos cuando estos divergen, entran en un
conflicto irreconciliable o cuando el hecho de continuar juntos sea un atentado
para la propia dignidad”.[xii] Intentar
salvar una relación siempre es algo bueno, siempre y cuando los dos de la
pareja trabajen para que eso ocurra. De lo contrario “dos personas con el alma
rota nunca formarán una pareja amorosa, por más casados que estén. Salvar una
pareja a costa de uno mismo es una elección destructiva”.[xiii]
Es lo que muchos religiosos, atados a sus dogmas, no logran entender, y por su
miopía cognitiva, terminan siendo infelices y haciendo infelices a otros.
¿Qué hacer?
Vive en paz, tranquilízate, no te pases
rollos, tu hijo no necesita una madre emocionalmente enferma, así que descansa
en el amor del Señor, en su infinito y extraordinario amor que no te desecha,
nunca, aun cuando te hayas equivocado o seas supuestamente la persona más mala
de la tierra.
Recuerda el mensaje bíblico: “Estoy
convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni
lo futuro, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por
Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús,
nuestro Señor!” (Romanos 8:38-39). Me encanta el “nada” de este versículo, un
absoluto. Nada te podrá separar del amor de Dios, ni siquiera las tonterías que
han dicho y hecho tus hermanas, y seguramente harán también otros “cristianos”
de tu entorno.
No guardes rencor, no te enojes, no te aísles,
no pagues con la misma moneda, ten compasión de quienes no conocen a Jesús y
junto al hombre que has elegido y te ha elegido, esperen con alegría ese regalo
del cielo que es un hijo. Si quieres hacer la diferencia, entonces, trata a los
que te han maltratado mejor que lo que ellos hicieron contigo. Sólo eso hará
que tu vida sea distinta. En palabras de Pablo: “Si alguien los trata mal, no
le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen siempre hacer el bien a
todos. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todo el mundo” (Romanos
12:17-18)
El Señor te ama, te abraza, te contiene y
si has encontrado el amor, la vida te está dando una segunda oportunidad,
desaprovecharla sería un error. Si estuviera en tu país, con gusto presentaría
a tu hijo, y si pudiera, los casaría a ti y a tu compañero... y con vestido
blanco... porque es el color de la redención y el perdón...
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Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
No se permite la publicación de este material en ningún medio
sin la previa autorización del autor
Referencias
[i] Roberto Badenas, Más
allá de la ley: Valores de la ley en una teología de la gracia (Madrid:
Editorial Safeliz, 2000), 314.
[ii] Philip Yancey, La
desaparición de la gracia: ¿Qué les pasó a las buenas nuevas? (Miami, Fl.:
Editorial Vida, 2015), 28.
[iii] Pablo R. Andiñach, Cantar
de los Cantares: El fuego y la ternura (Buenos Aires: Editorial Lumen,
1997), 42.
[iv] Morris Venden, Ama a Dios
y haz lo que quieras (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,
1996), 12.
[v] Elena G. de White, El
camino a Cristo (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1990),
44-45. La negrilla no es del original.
[vi] Dietrich Bonhoeffer, El
precio de la gracia: El seguimiento (trad. José L. Sicre; 6a. ed.;
Salamanca: Ediciones Sígueme, 2004), 207.
[vii] Yancey, La desaparición
de la gracia, 125.
[viii] Ibid., 35.
[ix] Nancy Clark y Catherine
Kroeger, Refugio del abuso: Sanidad y esperanza para mujeres abusadas
(Nashville, TN.: Editorial Caribe, 2005), 5.
[x] Ibid., 93.
[xi] Ibid., 96. Cita
parafraseada.
[xii] Jaume Soler y María Mercé Conangla, Juntos, pero no atados:
Cómo construir una relación basada en el amor y no en vínculos de dependencia
(Barcelona: RBA Libros, 2008), 252.
[xiii] Ibid.
¡Que respuesta más hermosa! Me emocioné al leerla. Si todos los cristianos pensaran así, el mundo sería un lugar distinto. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarSi el cristianismo se asemejara más a Cristo... ¡todo sería distinto!
Eliminar¡¡¡¡¡¡La mejor respuesta que he leído en años!!!! Todas las madres solteras deberían leerla y los que por una u otra razón no se han casado... y viven juntos, muchas gracias, de verdad que me ha emocionado.
ResponderEliminarEntonces, dalo a conocer para que otros también se beneficien.
EliminarPastor Miguel Angel Nunez, empecé a leer su respuesta y hasta donde me quedé me ha gustado.
ResponderEliminarEn mi lectura me surgió una duda con el siguiente párrafo:
"La vida es un don de Dios. Concebir a un niño por amor nunca es un error. Quienes piensan así creen que un papel hace que una relación sexual sea digna. En el libro Cantar de los Cantares queda en evidencia que lo que sella un vínculo de pareja es precisamente la relación sexual y no otra cosa. Ningún invento como la unión civil o la boda religiosa hace que una pareja sea tal. Como señala Pablo R. Andiñach: “El mensaje del Cantar es que el amor se legitima a sí mismo. Cuando hay amor verdadero entre dos personas, no es necesario que una ley externa le otorgue un certificado de validez”."
Coincido en que el amor no necesita de certificado de validez, pero una relación sexual fuera del matrimonio ¿cómo se relaciona con lo que generalmente se entiendo por fornicación?
El pecado sigue siendo pecado .... pero señalarlo no redime.... el camino es amar al pecador y llevarlo a Cristo sin condena ni censura ni exclusión ... la crítica no redime a nadie
EliminarPero.... no todo puede ser calificado como pecado... en el caso de la pregunta .... no creo que lo sea es una relación legítima .... dada las circunstancias
EliminarEntonces usted quiere decir que en este caso no es fornicación, ya que las circunstancias son las que han impedido que se casen. En otras palabras: si dependiera de la voluntad de ellos ya se hubieran casado.
EliminarEs obvio... sólo que al insistir en lo pecaminoso, ¿de qué sirve? ¿en qué ayuda a personas que incluso tienen dificultades para creer, precisamente por actitudes condenatorias o con cierto grado de desdén como se evidencia en tu respuesta?
EliminarPienso que no se puede decir fornicación, sólo Dios lo sabe, por lo que leí hay un tema de salud mental de fondo. Y quién puede conocer el estado de su mente sino sólo Dios? Es como el que se suicida por el exceso del neurotransmisor de la depresión, sólo Dios lo puede juzgar y poner una etiqueta, yo no me animo. El legalista dirá que violó el 6to mandamiento y se perdió la vida eterna por no tener tiempo de arrepentirse y reformarse. Cada caso es único y no se puede poner todo en la misma bolsa. Ni Dios lo hace, Sansón es un héroe de la fe. Además que ganaría yo si al enterarme que está al borde del suicidio me acerco y le digo "vas a violar los mandamientos si te suicidás y no vas a ir al Cielo". Si hago eso creo que no entendí nada de la verdad. Si uno juzga por las apariencias puede decir algo, pero el que sabe cómo son las cosas es sólo Dios. Por eso el juicio le corresponde a Dios y no a los hombres. Y la misericordia triunfa sobre el juicio.
EliminarTienes toda la razón Gabriela. Hay muchos cristianos que les encanta etiquetar a otras personas, no viven tranquilos si no son capaces de ponerle un nombre a la conducta ajena sin pensar en si hay algo que explique lo que otros viven, y lo más dramático, sin percartarse de que son pobres críticos de sí mismos... nunca se miran al espejo... prefieren tirar piedras. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a juzgar a otra persona, por esa razón, muchas de las prácticas de la iglesia, como esa que hemos heredado de los puritanos, que es borrar gente de la iglesia y que no tiene fundamento bíblico, lo único que hace es arrastrar a más gente fuera de Cristo y lejos de la Gracia. Gracias por tu reflexión.
EliminarDisculpen, ahora que releo la pregunta me doy cuenta que no tenía mucho que ver con lo que venía diciendo el pastor, una verdad innegable probablemente en todas las culturas y los tiempos y también en la Biblia de que la consumación del amor, por ponerlo en otras palabras, es el acto sexual, y no, como muchos creen que la consumación más plena del amor es la unión civil y/o religiosa. Quizá es algo obvio pero de tan obvio y de tanto que nos machacaron las leyes en la cabeza, deja de ser cierto para algunos y roza la inmoralidad. Ahora, la pregunta, creo yo, tenía más que ver con otro enfoque, no lo que se venía diciendo. Dentro y fuera del matrimonio el amor sigue siendo amor y se consuma del mismo modo. Eso legitima muchas parejas que verdaderamente se aman y no están casadas y en ocasiones se aman más que muchos casados. A la vez, fuera del matrimonio, la relación sexual se llama fornicación y es pecado, como dijo el pastor que el pecado es pecado siempre. Pero a Dios le toca el juicio. Todo esto es nuevo para mí. Me gusta enriquecerme y vaciarme de prejuicios aprendidos y que no edifican. Cariños!
EliminarEstá bien... José Luis, soy muy sensible al hecho de maltratar a quienes cometen errores, por eso mi respuesta y en ese tono, no se ayuda a nadie con críticas y acusaciones... Jesús sólo acusó a los fariseos y religiosos de su tiempo que hacían precisamente eso.
EliminarTotalmente de acuerdo Miguel Ángel Núñez. Y sobre su sensibilidad ante el maltrato, es evidente en sus escritos. Por eso y por más razones soy un lector de sus publicaciones. Que tenga un feliz día.
EliminarMe.gusto mucho este artículo........debieran leerlo más personas....
ResponderEliminarGracias... a compartirlo entonces...
EliminarNo dejo de pensar en lo mal que hacemos las cosas y lo pésimo que se forma a la gente en las iglesias...
ResponderEliminarTienes la oportunidad de formar y hacer las cosas distintas...
EliminarHace más de 18 años participé por primera en una junta de iglesia para ver el caso de un joven que había embarazado a su novia. Esa junta fue decisiva para mi, recuerdo que la mayoría de los miembros de la junta lloramos por lo sucedido, no hubo condenas ni reproches, hasta ese momento este joven había estado asistiendo a otra iglesia con su novia por vergüenza, desde el sábado siguiente regresó a la nuestra. Luego de 18 años el sigue en la iglesia y su hija es una linda señorita que es consejera de menores en el club de conquistadores y ya estudia en la universidad.
ResponderEliminarSiempre apostemos por el amor, pues el amor redime.
Es la lección más importante que a muchos les cuesta entender, sólo el amor redime. La acusación y la condena, nunca.
EliminarDr Miguel Ángel Núñez
ResponderEliminarEs un agrado leer esto parte de esta historia me iso recordar ami pasado
pero gracias a usted mi forma de ver la vida cambio mucho
hojala que en algún momento vuelva por Chile un abrazo gigantezco
Ate.Vidalina ROA
Vidalina, me alegro que leas lo que escribo. Cuando ande por Chile te llamaré por teléfono. Saludos a tu esposo.
EliminarHermosa respuesta,gracias!
ResponderEliminarMe alegro que te agrade. Un abrazo... en algunos meses estaré por Arica, espero saludarte.
EliminarQue nuestro Dios le siga dando sabiduría Dr. Miguel Ángel.
ResponderEliminarMuchas gracias Dilma.
EliminarHe quedado para adentro... Me da miedo pensar que por una actitud soberbia estemos maltratando a gente a consecuencia de una religión alejada de las personas... este artículo me ha dado vuelta la cabeza... ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarWuao pastor; se a anotado un tremendo golaso con la respuesta a esta amiga e hija de Dios, siempre oro por usted y que Dios le bendiga con mas sabiduría para la bendución de los que sufren, saludos y feliz semana...
ResponderEliminarPastor al leer su respuesta me emocioné, pues mi experiencia es muy similar a la de ella, también vivi la condenación de mi iglesia a pesar de q ella fue testigo del maltrato físico, sólo una hermana de iglesia me acogió y mi familia en este caso fue mi refugio, fue muy triste escuchar amigos, ancianos de iglesia, hermanas, pastores condenandome por querer separarme de un cristiano que me maltrataba en todos los ámbitos, pero siempre tuve claro que Dios no podía ser cruel que su misericordia debía ser diferente pues si no no habría bajado a este mundo a morir por mí, asi que con esa idea mas la ayuda de mi familia me levanté después de dos años de una gran depresión, y hoy puedo decir que Jesús me restauro y me dió una segunda oportunidad con un hombre maravilloso que ha sido mi bálsamo con su amor, que ha dado la cara junto a mi a las críticas, pues también en un principio convivimos sin poder casarnos legalmente por los mismos motivos de la chica que escribe, pero hoy ya todo está regularizado, además Dios nos ha regalado 3 hermosos hijos... Y me he convertido en consuelo, ayuda para mujeres y jóvenes que se sienten desesperanzados dentro de la iglesia... Gracias por mostrarnos la misericordia de nuestro Dios a través de sus escritos, un gran abrazo.
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